En términos generales he tenido la suerte de haber gozado de buena salud a lo largo de mis años. No me he roto ningún hueso, ni me he hecho ninguna cirugía de importancia. Tengo controlada mi presión arterial, solo de vez en cuando sufro algunas molestias propias de una avanzada edad, y apenas recuerdo haber padecido sarampión en mi niñez y una hepatitis no maligna en mi adultez joven.
Ello no quiere decir que no visito a los médicos con asiduidad y siempre obedezco ciegamente sus recomendaciones.
Bueno, no siempre. Porque ha habido ocasiones en las cuales me ha sido imposible descifrar los jeroglíficos escritos, o mejor dicho garabateados, por los doctores en sus libretas de recetas o instrucciones.
¿Por qué tienen tan mala y fea letra los médicos? He comprobado que no se trata de un prejuicio mío, porque los propios profesionales de la medicina así lo reconocen, aunque no atinan a saber cuál es la razón para hacer que sus pacientes no entiendan sus recetas.
Hasta ahora había pensado que yo era el único que padecía por la mala letra de los galenos, pero me he llevado tremenda sorpresa al descubrir que Google, ese gigante cibernético que lo sabe todo, le dedica varias páginas al tema de la letra fea de los médicos.
“Un médico ‘dice Google’ estudia una media de 11 años hasta que accede a su puesto definitivo de trabajo. Horas y horas cogiendo gran cantidad de apuntes y notas personales a pie de prácticas en una de las carreras más técnicas con el idioma, la jerga y los términos especializados que se conocen”, inducen a descuidar la caligrafía.
“¿Y por qué -se pregunta Google- los farmacéuticos entienden perfectamente su letra? Es simplemente un problema de costumbre, pero se tarda un par de años y requiere cierta experiencia.
Un farmacéutico experimentado sabrá lo que el médico quería prescribir porque conoce la jerga y los latiguillos o trucos mnemotécnicos pero, sobre todo, porque se basa también en el diagnóstico y los síntomas. Por eso muchas veces tu farmacéutico te pregunta y se interesa por tus dolencias para confirmar el jeroglífico.
El contexto y el historial salvan vidas”.
Ya lo sabe, amable lector o lectora. Si no entiende lo que escribió su doctor… ¡no está solo en el mundo!