*Por Josefina Reynoso
En el último año y en el primer semestre del presente, se ha presentado una disminución en las tasas de homicidio. Este descenso numérico se ha manejado e interpretado como un indicativo de mejora en la seguridad ciudadana; sin embargo, es esencial considerar que la inseguridad es un fenómeno complejo como todos sabemos, que va más allá de las estadísticas de homicidios.
La percepción de seguridad de la población se distancia de estos datos, ya que la inseguridad incluye una variedad de factores, tales como el miedo al crimen, a la violencia de género, a los casos de personas desaparecidas, a las muertes en el contexto de acciones legales, a la violencia en el tránsito que vivimos día a día y a la sensación de vulnerabilidad ante situaciones delictivas.
La inseguridad se puede analizar a través de tres conceptos interrelacionados: violencia, criminalidad y tasa de homicidios. Donde la violencia abarca un amplio espectro de comportamientos agresivos que pueden manifestarse de diversas formas, incluyendo violencia doméstica, agresiones físicas, agresiones verbales mientras manejamos y violación de nuestros espacios vitales. Aunque la violencia puede ocurrir sin que se produzcan muertes, su impacto en la vida de las personas es profundo y genera un clima de miedo e inseguridad en los barrios.
Por su parte, la criminalidad se refiere a la actividad delictiva en general, que incluye no solo homicidios, sino también robos, asaltos, estafas y otro tipo de delitos. Este fenómeno es más amplio y está influenciado por factores económicos, sociales y culturales. Sabemos que la percepción de inseguridad puede estar influenciada por el aumento de estos delitos como el robo, la extorsión y los feminicidios, así como por la desconfianza en las instituciones encargadas de garantizar la seguridad. Esto puede crear un ambiente donde la desconfianza y la preocupación sobrepasan la sensación de tranquilidad.
Es importante señalar que la disminución en la tasa de homicidios no necesariamente implica una mejora general en la seguridad ciudadana.
Muchas de las políticas de seguridad implementadas hasta la fecha se han enfocado en respuestas inmediatas, sin abordar adecuadamente la prevención y la mejora de las condiciones de vida de la población. Aunque las cifras de homicidios puedan parecer alentadoras, la experiencia vivida por las personas en su día a día puede ser diferente.
Desde el Centro de Estudios de Seguridad y Defensa, seguimos proponiendo avanzar hacia un “Plan Integral de Seguridad” que contemple la colaboración de todos los sectores de la sociedad. Este plan debería incluir no solo la modernización y capacitación de las fuerzas policiales tan necesaria y mencionada, sino también estrategias de prevención del delito, programas que aborden las causas estructurales de la violencia, así como un fortalecimiento de la justicia que garantice el debido proceso y la reparación del daño a las víctimas.
La participación de la ciudadanía es igualmente crucial en este proceso. Las comunidades deben ser incluidas en la formulación de políticas de seguridad que impactan directamente en su entorno. Es necesaria y urgente la cooperación entre ciudadanos, autoridades y organizaciones no gubernamentales, para facilitar un enfoque más holístico y efectivo que enfrente un problema que nos afecta a todos.
Aplaudimos la reducción de la tasa de homicidios, pero no debe considerarse un indicador suficiente de mejora en la seguridad ciudadana. La percepción de seguridad en la población se mantiene distante de las estadísticas. Solo a través de un enfoque integral y coordinado se podrá avanzar hacia un entorno seguro y estable.
*Directora del Centro de Estudios de Seguridad y Defensa de Funglode.
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