El siglo pasado vivía una de las personas más apóstatas de la humanidad, llamado el apóstata Hume, este guió a su madre a negar su fe y vivir como una atea, dice la historia que cuando su madre estaba en agonía él exclamó: ¡Madre te confiesa! La respuesta de ella llorando fue: Hijo, no puedo tenerla, me has robado mi fe.
Qué triste fue el final de esta mujer, cuando criada en el camino de la fe terminó sin ella. La Biblia dice sin fe es imposible de agradar a Dios.
Por medio de la fe podemos acercarnos a Dios, y le encontraremos. Hoy se hacen eco personas que se hacen llamar ateos, pero esta práctica es vieja, no hay nada nuevo bajo el sol. Nuestra fe no puede ser movida ni manipulada por los pensamientos de hombres que niegan la existencia de Dios.
La Biblia nos dice: Dice el necio en su corazón; No hay Dios. (Salmo 14:1; 53:1). Las palabras hebreas para necio aparecen con frecuencia en Proverbios y Eclesiastés, pero pocas veces en otros libros.
Mientras el sabio o prudente es quien teme a Dios, el necio no: piensa y actúa con necedad, y descuida al Creador por amor a la comodidad y los placeres, o voluntariamente lo desafía.
Las personas en este tiempo posmoderno no tienen excusa para no creer en un Dios creador, Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusas. (Romanos 1:20).