Parte II
Trujillo, en un entorno ya más favorable, fue implementando su esquema económico que, dentro de sus variables, incluía la sustitución de las importaciones, el incremento de las exportaciones y el tímido estímulo de la producción nacional y del mercado interno.
El plan de obras de infraestructura de los años treinta contribuyó a inyectar cierto nivel de dinamismo a la situación imperante.
El esquema de control de las áreas importantes en los negocios fue uno los primeros pasos que el tirano puso en práctica, favorecido por la experiencia que ya traía con el manejo oscuro del presupuesto del Ejército desde los tiempos del presidente Vásquez.
El monopolio de la sal fue logrado de manera seudolegal, mediante leyes dirigidas a ese propósito, que arruinaron a la familia Michelena, que era la que controlaba el comercio de ese rubro. El expendio de carnes en la ciudad fue sometido bajo el mismo esquema.
La voracidad del dictador se extendió a todas las áreas económicas, utilizando la extorsión , el fraude, la expropiación, la permuta, la compra forzosa y la participación como socio en empresas privadas.
Trujillo redujo el Estado dominicano a una especie de empresa en la cual los límites entre él y el ámbito público resultaban difusos. Desde la década de los años cuarenta, el régimen desarrolló un amplio programa de obras públicas catalogado por varios estudiosos de la época como “sin precedentes”.
Emporio económico
Concomitantemente, la producción interna de artículos de consumo alimentarios y la importación estaban bajo el microscopio de la Comisión Nacional de Alimentos, lo que pone en evidencia fiscalización del mercado por parte de lo que se perfilaría más adelante como el inmenso emporio económico trujillista.
Este proceso de crecimiento económico se hizo acompañar de la modernización de las estructuras estatales, la fundación del Banco de Reservas y el rescate de las Aduanas del control norteamericano mediante la firma del Tratado Trujillo-Hull, en 1940.
Con la Ley Orgánica No 1529, de 1947, se creó el Banco Central de la República Dominicana. En enero del mismo año el peso dominicano se declaró como la moneda oficial, circulante en todo el territorio nacional.
La estructura jurídica operativa fue un paso en la modernización y en un mayor control por parte del proyecto corporativo trujillista. “En 1950 se puede afirmar que existían en República Dominicana aproximadamente 3,400 establecimientos comerciales, empleando 48,000 trabajadores”.
Su burguesía
Esa expansión de la industria para 1950 es una prueba fehaciente del empuje económico del régimen y la fracción burguesa que le acompañó. Se debate si Trujillo sustituyó a la burguesía tradicional dominicana; lo cierto es que constituyó una fracción burguesa que utilizó al Estado como mecanismo de acumulación originaria de riquezas, de una forma muy aventajada, amparado en los mecanismos del poder.
Todos los logros que se le reconocen a Trujillo están sustentados en los crímenes de miles de dominicanos y en el terror, sin precedentes en nuestra historia.
Es discutible, pero las característica del colosal emporio trujillista sugiere la aparición de un capitalismo de Estado de carácter público y personal bajo el dominio de Trujillo y la fracción social y política que le acompañó. Los centros especializados para matar fueron famosos, desde el Centro de Nigua, La Cuarenta, el Nueve y otros que nunca deben quedar en el olvido.
Maquinaria de muerte
La lucha contra Trujillo fue un hecho real; sin embargo, la maquinaria de represión y las delaciones influyeron en que varios de los planes conspirativos fueran descubiertos.
La muerte era lo que les esperaba generalmente a los que eran identificados como “desafectos” al régimen. Familias completas terminaron asesinadas. Nadie estaba seguro aun en el exilio, puesto que la maquinaria de muerte operaba también en el exterior.
El líder sindical Mauricio Báez fue asesinado en Cuba en diciembre de 1950, y el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt sufrió un atentado en junio de 1960. Se dice que el profesor vasco, Jesús de Galíndez, fue trasladado desde los Estados Unidos por elementos al servicio del régimen y asesinado en nuestro territorio. En noviembre de 1960 asesinaron a las hermanas Mirabal.
Estos crímenes solo son muestras “tímidas” de las miles de desapariciones forzosas y de otros tantos despiadados asesinatos. Varios intentos se hicieron para salir del tirano, tanto en el plano interno como externo: Cayo Confites, 1947; Luperón, 1949, y Constanza, Maimón y Estero Hondo, 1959.
Militarmente estas expediciones no tuvieron éxito, pero la del 14 de junio del 1959 constituyó el inicio del camino para el derrocamiento definitivo del régimen.
A sangre y fuego
Trujillo fue abatido por varios de sus colaboradores, que decidieron ponerle fin al dictador, porque ellos también llegaron a ser víctimas del tirano de una u otra forma. Héroes del 30 de mayo fueron Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Manuel “Tunti” Cáceres Michel, Antonio Imbert Barreras y otros complotados.
De esta forma se le puso fin a la sanguinaria dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Por impotencia, por indefensión y falta de justicia nunca debemos aclamar el retorno de trujillo, la sangre se siente a pesar del tiempo transcurrido.
Varios intentos
— Colaboradores
La trama para eliminar a Trujillo y que finalmente acabó con su vida contó con la participación de algunos de sus colaboradores. Antes habían fracasado varios complot en el país y desde el exterior.
*Por ÁLVARO A. CAAMAÑO S.
Historiador