El salto progresivo de la comunicación y los grandes avances de la globalización económica, a escala planetaria, fueron la base principal que permitió al sociólogo de origen canadiense, Marshal McLuhan, tipificar al mundo como una aldea global. Para este destacado académico, la premisa de la cual partió fue observar que la radio y la televisión influenciaban para la época, 1962, a toda la humanidad e informarlo de lo que acontecía en el mundo, haciendo que estos medios sean de alta relevancia en la cotidianidad.
La dimensión alcanzada por los medios electrónicos de comunicación fue de tal magnitud que la información y promoción del acontecer económico influenciaba en la conducta del consumidor y era la vía más efectiva que encontraron los negocios para penetrar a la conciencia de la población que acudía a los diferentes mercados. Se trataba del rol preponderante que ya correspondía a la tecnología al incidir en la sociedad y los diferentes sectores de la economía.
El contexto económico y social en que desenvolvió el sociólogo McLuhan coincidió con el auge que ya alcanzaba la televisión a escala planetaria, lo que era notorio como había una influencia del radio en todos los hogares del planeta. Haciendo una reflexión comparativa de ese momento, solo es posible con el fenómeno que hoy se observa con el internet y las redes sociales en sentido general.
La tendencia de las nuevas tecnologías ha permitido que los ciudadanos del mundo puedan ver y escuchar en imágenes y sonido lo que ocurre en cada rincón del globo terráqueo en tiempo real, en el cual todos somos testigos de los acontecimientos que se desarrollan. Es por tal razón que el concepto de aldea global se presenta más palpable con una segunda ola, vez que se observa un mayor encogimiento geopolítico y geoeconómico, en el cual el planeta luce más conectado, con menos fronteras en lo que respeta a las condiciones de tipos socioeconómica y culturales.
En la actualidad, la tecnología posee de manera intrínseca el poder de traducir los hechos en proceso sin que ello implica invocar un determinado pensamiento ideológico a través de las diferentes conexiones de las comunicaciones en redes. El impacto económico y social de la tecnología electrónica en la sociedad ha sido una transformación radical en la dinámica sectorial de la actividad económica y del enfoque interpretativo de la economía.
Los criterios de que se asiste a una aldea global son cada vez más ascendente y comprobable con los acontecimientos que ocurren en el mundo y que reorientan el curso de la economía. Ya la desaparición de la distancia física ha impulsado el acceso a la generación conocimientos sin obstáculos y donde la verdad ya no resiste distorsión o manipulación, la sociedad está más informada que nunca.
A la Luz de la razón, la aldea global también representa grandes riesgos para la existencia y sosiego de la humanidad, si se pondera la presencia de la contaminación ambiental, la ciberdelincuencia, los ciberacosadores y una sociedad de consumo. En adición, muchos muestran ser fuertes si pisotean a los más débiles y la perdida de tradiciones y costumbres hereditarias.
Los conflictos bélicos y la presencia de crisis financiera son los hechos que demuestran que tanto se ha manifestado que la humanidad vive en una aldea global en pleno siglo XXI, donde los ciudadanos están informados de todo y la economía sufre la ocurrencia de cualquier evento lleno de adversidades. En efecto, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, aparentemente, luce un hecho aislado, sin embargo, la pérdida de más de US$1 billón del PIB y que el fenómeno de la inflación haya contribuido con la expansión en más de un 4%, así como los efectos nocivos de la pandemia del Covid 19, son expresiones fehacientes de la facilidad con que el mundo vive la era de los vasos comunicantes en un mundo global.
En esa línea de análisis, la fluencia innumerable de refugiados que vagan por el mundo, fruto de esos conflictos, es desolador, frustrante y destructor de la esperanza. La realidad de la aldea global es que del conflicto bélico de Rusia y Ucrania ha derivado en incrementos en los precios del trigo, el petróleo, los granos y los cereales trastornando la actividad económica global, con tendencia a complicarse con las restricciones monetarias, lanzando al mundo a vivir una etapa de inflación estructural, esto es, un impacto desgarrador en la economía mundial, con situaciones internas inmanejables.