En una entrevista con EFEsalud, el jefe de Sección del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico Universitario de Valencia, hace un repaso de la actualidad de la diabetes, de los tratamientos revolucionarios e insiste en la importancia de prevenir la enfermedad para que no penalice nuestra vida.
El nuevo presidente de la SED, para los próximos dos años, hace hincapié en que los nuevos fármacos para las personas con diabetes que tienen obesidad, como el ozempic -financiado para pacientes con diabetes tipo 2 y obesidad-, tienen un impacto “impresionante” en la reducción de peso y ayudan a la prevención cardiovascular y a frenar el progreso de la enfermedad renal.
Pero advierte de que los fármacos no pueden administrarse si no se sigue un plan de vida saludable, algo que, asegura, en “muchas clínicas” no se está haciendo el énfasis suficiente. Considera, asimismo, que ningún médico debe prescribir el ozempic para perder peso a una persona que no tenga diabetes, ya que hay disponibles otras alternativas que sí tienen esa indicación sin el requerimiento de tener esa enfermedad.
¿Qué retos tiene por delante como presidente de la SED?
Me gustaría poner la diabetología en España al nivel internacional que se merece. Tenemos buenas conexiones, sobre todo con las sociedades afines de Latinoamérica, pero no tanto con las europeas y de Estados Unidos y Canadá. También impulsar el intercambio de jóvenes investigadores.
Y dinamizar mucho más las actividades de la SED y fortalecer las relaciones que tenemos con los pacientes, que son el motivo de nuestra actividad. Tienen una serie de necesidades que no están cubiertas y que es necesario, en colaboración con ellos, afrontarlas con las autoridades responsables.
Finalmente tenemos un colectivo en la SED, que son las educadoras y los educadores en diabetes. Son profesionales de enfermería que, a nivel oficial, no están suficientemente reconocidos.
¿Dónde se está poniendo el foco para abordar la diabetes tipo 1?
Hay varias cosas importantes. Por un lado están los sistemas de administración automática de insulina, que ayudan mucho pero son caros. Un foco importante es cómo un sistema de salud puede afrontarlo.
Nos falta una decisión importante por parte de las autoridades sanitarias, porque, en este momento, no está muy regulado y existe mucha inequidad en el acceso.
Otro asunto importante son los avances en las nuevas insulinas. Próximamente vamos a tenerlas de administración semanal, que serán una gran ventaja para los pacientes tipo 1 y tipo 2.
¿Y para la diabetes tipo 2?
En la diabetes tipo 2 el panorama y la forma de cómo la tratamos ha cambiado considerablemente en los últimos diez años con la aparición de los nuevos fármacos, que demuestran que ayudan a prevenir la enfermedad cardiovascular y a frenar la progresión de la enfermedad renal.
Están saliendo nuevos productos para el tratamiento, sobre todo de los pacientes obesos con diabetes tipo 2, y creo que este es el campo en el que estamos jugando ahora. Estos fármacos y su impacto impresionante en la reducción de peso y cómo reduciendo éste mejoramos o retrasamos la progresión de la enfermedad y mejoramos las expectativas de los pacientes.
¿Ha ascendido en los últimos años la progresión de la diabetes tipo 2?
La prevalencia estimada en España es de un 13,8 % de las personas mayores de 18 años. Yo siempre digo lo mismo, que el mejor tratamiento es que no aparezca, prevenirla. Nuestra sociedad, nuestro sistema, los medios de comunicación se tienen que plantear comunicar esto de otra manera.
Hay que actuar desde Atención Primaria, con medidas importantes para prevenir la diabetes, sobre todo en cuanto a la alimentación y el ejercicio físico; y tener conciencia de que si uno no hace eso, realmente puede tener enfermedades que le pueden penalizar toda su vida.
¿Cómo se puede concienciar a la población de la importancia de prevenir la diabetes?
Estamos en un mundo donde las cosas un poco nos vienen casi dadas y no nos damos cuenta, por ejemplo, con la comida rápida. Y luego la televisión, las aplicaciones… la publicidad, en general, no favorece muchas veces la práctica de ejercicio.
Creo que tenemos que ser muy conscientes de que ese tipo de actuaciones para prevenir la diabetes deben ser una prioridad para nuestras autoridades a todos los niveles.
Hablamos mucho de la dieta mediterránea, que es famosa y que es buenísima, pero mucha gente no la hace. La prevalencia de obesidad en los adolescentes ha crecido de forma considerable y vamos un poco a la par de lo que está pasando en Estados Unidos, y eso es un gran problema.
¿Preocupa la prevalencia en la infancia?
Mucho. Creo que tenemos que hacer más cosas. Tenemos que hacer más cosas con sociedades afines, como la Sociedad Española de Obesidad o con la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica y con la de Endocrinología y Nutrición.
Y, sobre todo, trabajar con los gestores sanitarios, que ellos también quieren hacer las cosas bien, pero muchas veces no enfocan los recursos como debería ser.
La pandemia ha puesto nuestro sistema sanitario al límite y la Atención Primaria se ha visto totalmente desbordada. Hay que apoyarles más y creo que, a nivel poblacional, no se hacen suficientes campañas al respecto.
La diabetes y la obesidad tienen una relación inevitable…
Es el punto clave. Siempre lo hemos sabido, pero no hemos tenido las herramientas que tenemos ahora. Reduciendo la obesidad, mejoramos la salud de las células beta -las que secretan la insulina, que mantiene los niveles de glucosa en sangre- y por lo tanto preservamos la funcional en ellas, de forma que los pacientes no necesiten tratamientos más complejos, entre ellos, la insulina.
Por otra parte, tenemos un impacto directo también sobre las complicaciones cardiovasculares y otros factores de riesgo cardiovascular. Si bajas peso, mejora la tensión arterial; disminuye la hiperfiltración renal y, por lo tanto, evitas la progresión de la enfermedad renal.
Es un tema clave y muy importante.
¿Cómo afecta al sistema sanitario que un 13,8 % de la población adulta tenga diabetes tipo 2?
Es una de las enfermedades con mayor impacto sanitario, puesto que acompaña muchas de las de las complicaciones clásicas. Por ejemplo, si un paciente con diabetes llega a una enfermedad renal terminal, necesita diálisis. O si necesita la amputación no traumática como consecuencia de la diabetes, genera un gasto que se multiplica por diez.
Yo creo, honestamente, que desde la Administración no se le está prestando la atención que se le debería de prestar para prevenir la diabetes.
Centrándonos ya en los fármacos que han revolucionado el tratamiento de la diabetes y de la obesidad, los antagonistas de la GLP-1, cuyos descubridores han sido reconocidos con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica ¿Son medicamentos milagro?
No hay que enfocarlo así. Lo que estamos descubriendo es que las hormonas gastrointestinales y especialmente, pues el GLP 1, pero también el glucagon, entre otras, tienen un papel muy importante en la regulación del apetito. No es que sean medicamentos milagro, sino que estamos empezando a entender cómo se regula el apetito y cómo esto lógicamente influye, digamos, en la pérdida de peso y en su mantenimiento.
Si antes pensábamos que la única solución para un paciente obeso llegado a un punto de extrema obesidad era la cirugía bariátrica, que reducía un 30 % el peso, con estos fármacos la pérdida es de hasta el 25 %.
Este boom de los fármacos en personas que no tienen diabetes pero quieren bajar de peso ha provocado un desabastecimiento que afecta a los pacientes, ¿Cuál es la magnitud del problema?
Hemos tenido problemas serios pero es que nadie pensaba que estos fármacos iban a tener un impacto tan importante, hasta el punto que la gente incluso está dispuesta a pagarlos de su bolsillo, y no son nada baratos.
Novo Nordisk (farmacéutica responsable del Ozempic) creo que se dio cuenta de este tema. Hemos tenido problemas serios porque muchos pacientes que lo tenían prescrito no lo han conseguido y han tenido que recurrir a otras formulaciones.
La farmaceutica ha trabajado en otro indicado para la obesidad, sin que el paciente tenga que tener diabetes, llamado Wegovy y en España ya autorizado (sin financiación). Por eso, a fecha de hoy, ningún profesional debería de prescribir Ozempic a ningún paciente que no tenga diabetes asociada a la obesidad.
Creo que es una obligación de todos nosotros y es un compromiso que debemos de adquirir. Para eso está el Wegovy y tendremos más productos en el futuro.
¿Tienen claro los pacientes con obesidad que no basta con el fármaco sino que deben seguir una vida saludable?
Lo que estoy observando es que, desgraciadamente, en muchas clínicas no se hace el suficiente énfasis o, al menos, los pacientes no llevan un entrenamiento previo con dieta y ejercicio para demostrar lo importante que es estructurar la alimentación y hacer una alimentación adecuada.
Si tú esto no lo haces previamente y realmente te dejas llevar por el hecho de que un paciente quiere el fármaco per se para perder peso, pero sin haber tratado previamente lo otro, creo que es un fracaso, porque en el momento que suspenda la medicación, va a engordar.
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