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La creación de vulnerabilidades

Desde el punto de vista de Juan Manuel Méndez, el dedicado director del Centro de Operaciones de Emergencias y del Servicio de Atención a Emergencias Hospitalarias, la naturaleza y sus expresiones no son buenas ni malas.

El conflicto queda planteado cuando el humano, como individuo o comunidad, crea las vulnerabilidades.

El planteamiento es sencillo, pero cuando se le examina en el fondo, no lo es.
Rellenar un humedal, el curso de una cañada o la orilla aparentemente inofensiva de un río como el Ozama con escoria, rocas o tierra y establecer allí una construcción para habitar es, como lo valora Méndez, exponerse a inundaciones cuando la cañada reclama su curso para las aguas de un temporal o el río desbordado se extiende por todo lo ancho de su cuenca.

Los ejemplos sobran, desde La Mesopotamia de San Juan de la Maguana en 1998, la inundación del río Soliette o Blanco sobre Jimaní en 2004, hasta el vertido de la basura en las canaletas para que la lluvia se la lleve ante cualquier aguacero.

En realidad los ayuntamientos renunciaron hace muchos años a su deber de regulación de los asentamientos humanos.

Y esta renuncia ha generado la expansión de poblados y ciudades sobre la base de quitarle el curso a una cañada, habitar una barranca y levantar viviendas con materiales inapropiados para resistir los embates de una tormenta en una región en la cual estos meteoros son periódicos.

Es a esto a lo que se refiere Méndez, al que todos hemos aprendido a identificar con la intervención del Estado a través del COE, cuando habla de la creación de vulnerabilidades.

Si fuéramos conscientes de esta realidad tal vez las temporadas ciclónicas serían menos dañinas.

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