La Catedral de San Pedro de Macorís

La Catedral de San Pedro de Macorís

La Catedral de San Pedro de  Macorís

Aspecto del púlpito, al fondo los vitrales de grisallas. César Langa Ferreira

La edificación actual de la iglesia catedral corresponde a su cuarta etapa constructiva, sobre el mismo lugar en donde, a mediados del siglo XlX, se levantó la primitiva iglesia dedicada a San Pedro y realizada en madera con cubierta de cana.

Incendios y huracanes exigieron que la iglesia fuera levantada dos veces más, utilizando los mismos materiales y ampliando su capacidad debido al aumento de los fieles, ocasionado por las nuevas migraciones.

El estilo de cada una de estas construcciones correspondió al neogótico del primer momento del periodo romántico internacional. Cuando a finales del siglo XlX se decidió emplear materiales duraderos para una construcción definitiva; se eligió el ladrillo como el nuevo material de construcción, preservando el estilo de los anteriores templos.

El gran retablo central con la talla de san Pedro.

Estilo neogótico
En la primera década del siglo XX junto al cemento, el nuevo material de construcción llega a la ciudad procedente de Estados Unidos; el arquitecto Antonin Nechodoma es a quien se le asigna la continuación de la construcción del templo, la actual Catedral de San Pedro Apostol.

El arquitecto eligió el neogótico como estilo exterior del edificio, prefiriendo el románico para los interiores. Obteniendo como resultado final una arquitectura ecléctica medieval, en donde armonizan los dos estilos en una nueva obra monumental que se convirtió en el símbolo más conocido de esta ciudad.

El esquema del volumen y la fachada principal del edificio, es poco común en la tipología religiosa internacional, pues se trata de una sola torre campanario que contiene, en medio de los grandes pilares que la sostienen, el gran portal de acceso principal de la fachada oeste, constituida fundamentalmente por una sucesión de arcos ojivales que acentúan el sentido de profundidad de la entrada principal.

El típico rosetón gótico calado que debería permitir el paso de la luz al interior del templo es utilizado únicamente como elemento ornamental, en donde observamos la triple corona papal y las llaves de los reinos de los Cielos y la Tierra, como símbolo del apóstol Pedro, a quien está dedicado el templo.

Sobre el tímpano triangular de la entrada observamos, asimismo, en bajo relieve, el escudo y lema de la orden de los capuchinos franciscanos, quienes regían el templo en la década de los años cincuenta del pasado siglo XX, cuando fue finalizada la obra al exterior, momento en el cual se adosó, detrás del presbiterio, una nueva zona como sacristía y residencia de los frailes capuchinos. Contrafuertes, arbotantes, gárgolas decorativas, sumados a las ojivas de puertas y ventanas, completan el estilo gótico del exterior.

El interior del templo consiste en un esquema basilical de tres naves, una central de mayor altura y anchura y dos naves laterales que terminan en muros ciegos que sostienen dos hermosos retablos realizados en caoba centenaria en estilo neogótico.

La nave central se sobreeleva al nivel de pavimento, para formar el presbiterio que termina en un ábside semicircular que contiene un enorme retablo central de tres calles, en donde entre hornacinas se encuentra una imagen de talla del patrono del templo.

El gran retablo
Otras imágenes correspondientes a la Virgen, San José y un Cristo de gran valor artístico, completan la imaginería del gran retablo construido en caoba centenaria y ejecutado por el Departamento de Ebanistería de la firma César Iglesias C x A.

Sobre los muros de las naves laterales existen otros retablos menores y grandes ménsulas doradas que contienen imágenes religiosas marianas de gran valor ornamental. Estas últimas proceden de Andalucía, España, al igual que otras obras artísticas sagradas que completan los interiores del templo.

Las grandes naves están cubiertas por una enorme bóveda de cañón corrida que termina sobre el ábside con forma de sección de esfera.

Las columnas que sostienen la bóveda y dividen las tres naves se repiten como pilastras en los muros interiores. Se producen en estos muros, entre pilastra y pilastra, grandes ventanales ojivales cerrados por vitrales ornamentales denominados “grisallas” producidos en Alemania, Francia y España.

Estas grisallas representan distintas advocaciones religiosas y fueron donadas por distintas familias petromacorisanas.

En el arranque de las bóvedas, sobre cada ventanal, se repiten ósculos de iluminación y ventilación, cerrados con vitrales de diseños geométricos y policromados. Hoy en día esta colección de vitrales es el elemento más valioso del templo.

Sobre el coro alto, en el último tramo de la nave hacia la fachada oeste, se realizó recientemente la más grande pintura sobre tela que existe en la República Dominicana.

Es una pintura al óleo de unos 12 metros de largo por 7.50 de alto, sobre la pared que cierra el templo hacia la fachada principal.

El tema es el de la entrega de las llaves de los Reinos del Cielo y la Tierra a San Pedro, piedra angular de la iglesia. Esta monumental obra fue realizada por Dustin Muñoz, maestro de las artes visuales dominicanas.

*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA



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