- Publicidad -

- Publicidad -

 La carretera Internacional, una vía  sumida en el abandono total

El Día Por El Día

Haití/ República Dominicana.-A lo largo de los 48 kilómetros de la carretera Internacional, que corre a través  de  la frontera,  se pueden ver los pilotillos (bornes) que marcan el territorio de cada nación, pero no establecen diferencia entre las necesidades que sufren los que habitan en las distintas comunidades que  se han ido formando con el paso del tiempo.

Los residentes de los  pueblos en territorio dominicano que tienen alguna conexión con la vía fronteriza solo se limitan advertir  a todo el que pretende hacer la travesía, no esperar que la oscuridad de la noche le cubra, debido a la cantidad de curvas y  lo pedregoso  del trayecto.

Se han hecho muchos planes y  promesas de repararla, en ocasiones las autoridades  dejan los trabajos  a medio hacer y, por último, quedan  en el olvido.

Ylemis Pierret  es una mujer con  15 hijos, todos nacidos en la comunidad  El Corte, en territorio haitiano,  con  más de 30 años viviendo allí. Como  vía principal tiene en el mismo frente de su casa la  carretera Internacional, además  un bosque que cambia de color, según cambia  la posición del sol.

La mujer, de estatura pequeña, se dedica junto a sus vástagos a la recolección de guandul, legumbre que se encarga de perfumar sus jornadas de trabajo.

Narró que le  gustaría que ambos gobiernos arreglaran la vía, porque esto permitiría un mayor flujo vehicular y mejoraría su calidad de viva.  

Sin embargo, posiciones distintas tienen los que por allí pululan y los que viven.

Los primeros, como algunos mercaderes, prefieren que la dejen así, porque la dificultad para el acceso abarata el precio de los productos, otros se quejan de las malas condiciones de la vía y dicen que daña los vehículos.

En tanto que los que pernoctan en las distintas áreas prefieren su arreglo para que su economía se fortalezca con el comercio.

Los pequeños, quienes también ayudan a recolectar  las legumbres, están descalzos, con poca ropa y   cubiertos del polvo que levantan los vientos.

En ese escenario dicen desconocer qué es un helado, bizcocho, alguna golosina,  en fin, todo lo que a un niño le gusta en los primeros años de vida, los dulces.

Los niños, en edad  que va  desde los dos años hasta los 15,  no asisten a la escuela por la falta de ropa, calzado y útiles escolares, aunque a  menos de un kilómetro existe una improvisada escuela.

La tierra pare…

Ellos, al igual que otros lugareños que habitan en Calavacie, La Croix, NanToto, La Source  y otras pequeñas comunidades apostadas en el lado de Haití, pero frente a la carretera, siembran guandul, batata, yuca, auyama y otros rubros para poder subsistir.  

Luego de recolectar la producción de ese día, esperan que  comerciantes dominicanos crucen a llevarse la cosecha. Los compradores  cruzan sólo dos veces la vía, porque después de las seis de la tarde los puestos   militares apostados en toda la zona  no otorgan   permiso (salvoconducto que especifica la cantidad de pasajeros y la placa del vehículo) a los mercaderes dominicanos para cruzar.

Por un quintal  (100 libras) de guandul los negociantes  criollos pagan a los haitianos  RD$700 y luego lo revenden en mil.

A velocidad de tortuga

Durante todo el  recorrido,  y mientras la luz del día lo permite, se puede  observar a  hombres y mujeres con sacos  llenos del grano   encima de la cabeza, caminando rápidamente hacia la comunidad donde viven, para así realizar su transacción comercial. 

La velocidad máxima en la vía, de acuerdo a la señalización,  es de 45 kilómetros por hora, sin embargo, el pedregoso camino obliga a cualquier conductor a reducir su velocidad a 10 kilómetros, lo que provoca que pocos se aventuren a transitar por allí.  

La carretera bordea el imponente macizo de montañas que cubre  un territorio accidentado entre centenares de elevaciones, pero por falta de mantenimiento apenas parece un camino vecinal, lleno de piedras y yerbas que a veces obstaculizan el paso.

En la comunidad haitiana de Tirolí  los lugareños también reclaman que las autoridades de ambas naciones busquen una solución al problema que lleva más de una década.

Karid, así se identificó  la comerciante que narró las penurias que pasan cuando no reciben las mercancías que van a vender los dominicanos.  “El intercambio de productos con dominicanos es lo que nos permite subsistir”, dijo la mujer.

  La vía tiene 76 años

La carretera se empezó a construir hace 76 años,  en   1937 (se terminó   el 1 de julio de  1942), tras un acuerdo entre ambas naciones. Con la   construcción de esta vía se abrió el paso entre las regiones Noroeste y Suroeste de la República Dominicana, lo cual activaría el comercio y mejoraría las condiciones de vida de sus habitantes, pero sólo en los gobiernos de los  presidentes Joaquín Balaguer (extinto), Leonel Fernández e Hipólito Mejía se le prestó un poco de atención.

Salvo los puntos donde funcionan los mercados binacionales, la pobreza y el abandono parecen cubrirlo todo, por eso son cada vez menos los dominicanos que deciden quedarse, situación que es aprovechado  por los haitianos para realizar sus cultivos en ambos lados.

A gran  distancia se destacan los distintos fortines militares que están a   partir de Villa Anacaona, donde  hay soldados en Los Algodones,   La Palmita, Sombrero y Los Cacaos.

Del lado haitiano   no se observa ningún puesto.

De norte a sur

La carretera Internacional  inicia en Restauración, Dajabón, al noroeste de la República Dominicana, y termina en Pedro Santana, en la provincia Elías Piña. Sus 48 kilómetros, en la frontera entre las dos naciones, van desde el puente sobre el río Libón, en el norte, hasta el sur en Pedro Santana, justo en el paso  del río .Artibonito. 

Etiquetas

El Día Digital

Periódico independiente.

Artículos Relacionados

Lo sentimos, ningun texto coincide con tu Criteria.