La beatería un modelo de vivencia religiosa diferente

La beatería un modelo de vivencia religiosa diferente

La beatería un modelo de vivencia religiosa diferente

Aspecto de la fachada realizada enteramente en piedra. Fotos: César Langa Ferreira

En los primeros tiempos los beaterios surgieron por falta de aprobación formal de los conventos por parte de la Corona española, no obstante, proliferaron luego al margen de los conventos, porque los orígenes humildes de estas aspirantes no les permitían pagar las elevadas dotes que se requerían para ingresar en un convento.

Es por esta razón también que las beatas tenían menos conocimientos intelectuales y teológicos.

Las nuevas costumbres en las colonias, lejos del poder central, les dieron más importancia a los comportamientos individuales y permitieron a mujeres hostiles a toda disciplina, vivir en un entorno con menos normas y reglas, abogar por una simplicidad religiosa y disfrutar de libertad de movimientos y de expresión.

Más que una alternativa de vida, las beatas proponían un modelo de vivencia religiosa diferente, lo que no impidió que la mayoría optara por la castidad como vehículo de purificación, excluyendo el matrimonio.

La vida material cotidiana de aquellas mujeres se manifiesta en la humildad de sus bienes, dispuestas a caminar en búsqueda de una limosna a cambio de una oración. Sus ajuares caseros eran austeros, sobrios y pobres, reduciéndose a lo imprescindible.

Las primeras noticias acerca del inicio de los conventos femeninos en América corresponden al año 1525, cuando se elevaron a la corona peticiones para el envió de religiosas con el objeto de atender a las mujeres indígenas que poblaban estos territorios. Recibieron el rechazo de la autoridad real, al considerarlo demasiado temprano.

Solo hacia 1540 se produjo la aceptación y en pocos años tuvo lugar la instalación de varias casas de religiosas; sin embargo, antes de que estas tuvieran pleno asentamiento, se establecieron los llamados beaterios.

Estos grupos de mujeres piadosas se dedicaban a perfeccionar su religiosidad, a servir a la comunidad y a dar albergue y educación a niñas huérfanas, mestizas y españolas.

Este tipo de establecimiento estuvo propiciado por particulares, muchas veces esposos, preocupados por la suerte de las mujeres, ya fuesen niñas, viudas, solteras e inclusive divorciadas y mujeres de vida licenciosa, para llevarlas al arrepentimiento.

Finalmente, la creación de estos beaterios fue sancionada por las leyes de indias; estos debían ser visitados anualmente por el virrey o sus oidores. Las beatas tuvieron una parte activa en la cristianización de América, por su papel fundamental de acoger e instruir en la religión católica a numerosas niñas españolas, mestizas e indígenas, quienes a su turno fundarían familias cristianas.

Sobre piedras de sillería
La primera beatería se estableció en esta misma casa, en 1530. La parte más antigua del beaterio está construida en piedras de sillería, con muros levantados a base de bloques de piedra de gran tamaño y limpiamente labrados, los que se presentan asentados uno sobre otro, en hiladas horizontales, con sus juntas verticales, perfectamente cortadas y ajustadas, como los trabajos de cantería, frecuentes en la construcción de edificios nobles y realizados con cierto poder económico.

El beaterio fue construido en una segunda etapa de urbanización de la ciudad primada, cuando ya se había agotado la piedra española que lastraban las carabelas, por lo que los constructores de la época tuvieron que buscar alternativas locales. Se pueden contemplar los dibujos naturales característicos de la piedra coralina que se usó. La parte más moderna de la casa se realizó en la tradicional mampostería.

Vanos de medio punto en ladrillo, comunicando visualmente las habitaciones.

Los poyos de las ventanas de la fachada se usaban para sentarse a orar y leer.
La casa ubicada en la calle Duarte número 8, cerca del parque del mismo nombre, construida totalmente en piedra y ladrillos, consta de dos plantas. La segunda recedida, no se aprecia desde el exterior, asomándose al patio interior.

Existe una segunda crujía interior de dos plantas, cerrando el patio. Su función original fue desde un comienzo habitacional. En tiempos recientes funciona como una pequeña residencia para aspirantes a religiosas.

Diferentes ambientes
La vivienda está distribuida por medio de pasillos, creando diferentes ambientes, en donde resaltan los hermosos arcos de medio punto, tanto abiertos como en puertas y ventanas. El estado actual de la edificación es casi perfecto, como lo es el mantenimiento de la misma.

Los accesos hechos a través de arcos de ladrillo y de piedra presentan escasos módulos adintelados. Existe un gran flujo espacial en el interior de la edificación. Tal es el óptimo estado de mantenimiento, que es difícil descubrir daños sufridos a través del tiempo.

El acceso al patio interior, en primera y segunda planta, presenta arcos labrados en piedra con columnas del mismo material. La segunda planta posee un balcón corrido que mira al patio.

Salón con ventanas exteriores dotadas de poyos de piedra.

Bellas losetas
El pavimento actual de la vivienda consiste en bellas losetas hidráulicas, al estilo de las producidas a comienzos del siglo XX. Esta residencia constituye un hermoso ejemplo de la utilización contemporánea de las casas levantadas hace medio milenio, en nuestra ciudad primada.

Casa arreglada

— Aire alegre
Es de hacer énfasis en el fervor religioso que sigue vigente en nuestro medio. A la casa muy bien arreglada y decorada con elegante sencillez, se le agrega la visión del patio, sembrado con numerosas especies de plantas, lo que brinda frescor y alegría.

*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS, CÉSAR IVÁN FERIS IGLESIAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA



El Día

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