La "baya mágica": en busca del edulcorante perfecto

La «baya mágica»: en busca del edulcorante perfecto

La «baya mágica»: en busca del edulcorante perfecto

Estamos acostumbrados a consumir grandes cantidades de azúcar en nuestro día a día, en forma de postres y bebidas azucaradas, a menudo casi sin darnos cuenta.

Pero la ingesta de azúcar refinado en grandes cantidades resulta perjudicial y no sólo para nuestros dientes.

También eleva los niveles de grasa en nuestra sangre y, según los expertos, es la razón principal de la ola de obesidad y otros problemas de salud que sufrimos hoy en día.

Podríamos, entonces, reducir los niveles de este tipo de azúcar, aunque no es fácil eliminar por completo la ingesta de alimentos y bebidas que contienen azúcar refinado.

¿Qué hacer entonces? Tal vez la solución ideal sea encontrar un sustituto saludable que nos permita seguir disfrutando del dulzor de los alimentos sin poner en riesgo nuestra salud.

El aspartamo, la sacarina, el xilitol y la stevia son algunos de los edulcorantes que se utilizan actualmente.

Sin embargo, al médico —y periodista de BBC durante 25 años— Michael Mosley no le convence ninguno, aunque asegura que «la estevia no está mal cuando la mezclas con azúcar y la añades a fruta compotada».

En tus papilas gustativas

Mosley sintió curiosidad sobre el tema cuando su equipo comenzó a trabajar en una nueva serie para BBC: Tomorrow’s Food (La comida del mañana) y lo invitaron a probar una fruta africana conocida como «la baya milagrosa».

Esta baya (que es un tipo de fruto carnoso con semillas rodeadas de pulpa), proviene de una planta llamada Synsepalum dulcificum y «no tiene nada que ver con ningún otro edulcorante», según Mosley.

«No funciona haciendo que los alimentos sean más dulces, sino haciendo que sepan más dulce».

Esta «fruta milagrosa» contiene una molécula llamada miraculina, la cual se adhiere a las papilas gustativas de nuestra lengua, cambiando su forma y haciendo que los alimentos ácidos y amargos tengan un sabor dulce.

Una de las ventajas de ese cambio temporal en nuestro paladar —y no en la comida en sí misma— podría ser el «efecto que tiene en nuestras bacterias intestinales», explica Mosley.

Durante años, se ha producido un intenso debate en sobre si es necesario consumir edulcorantes para perder peso.

Un estudio reciente, que analizó 100 casos diferentes en humanos, señaló que cuando reemplazamos el azúcar por edulcorantes en nuestra dieta es cuando logramos perder peso (en lugar de agregarlo al final).

Sin embargo, en la Escuela de Salud Pública de Harvard señalan que hay varias investigaciones contradictorias, incluidas aquellas que sugieren que las bebidas con azúcares añadidos pueden incrementar el riesgo de ganar peso y también de sufrir diabetes tipo 2, la forma más común de esta enfermedad.

Diferentes tipos de edulcorante

Aspartamo: inodoro polvo cristalino blanco que deriva de dos aminoácidos y es 200 veces más dulce que el azúcar.

Sacarina: fue el primer edulcorante artificial (sintetizado en 1879). Causa cáncer en ratas macho, pero amplias investigaciones reportaron que no supone un riesgo en humanos.

Stevia: edulcorante natural derivado de la planta Stevia rebaudiana, cultivada en Sudamérica.

Impacto en las bacterias intestinales

«Nadie sabe realmente de qué manera los edulcorantes podrían llegar a causar estos problemas de salud, pero un estudio que se llevó a cabo en Israel sugiere que hay una relación directa con el impacto en nuestras bacterias intestinales», explicó Mosley.

En el marco de una investigación, publicada el año pasada por la revista Nature, los científicos pidieron a un grupo de voluntarios delgados y sanos, que normalmente no ingerían edulcorantes, que consumieran la dosis máxima aceptable durante una semana.

Al final de la semana, la mitad de los voluntarios mostraban signos de intolerancia a la glucosa, que es un primer paso en el camino hacia la diabetes de tipo 2.

Los investigadores piensan que es posible que esto se deba a que las bacterias de sus intestinos reaccionaron a los azúcares artificiales mediante la secreción de sustancias que causan inflamación, algo que ya se había observado en animales.

Lo que resulta verdaderamente interesante, según Molsey, es que al analizar las muestras de heces de los voluntarios observaron cambios en las bacterias intestinales tan sólo en quienes habían respondido de forma negativa a los edulcorantes.

El doctor Eran Elinav, uno de los investigadores del proyecto, afirmó: «Nuestra relación con nuestras propias bacterias intestinales es un factor muy importante a la hora de determinar cómo los alimentos que ingerimos nos afectan».

«Debemos reevaluar el consumo masivo y sin supervisión de estas sustancias (edulcorantes)», agregó el especialista.

Pastillas de miraculina: no tan «milagrosas»

Los consumidores están empezando a desconfiar de los edulcorantes artificiales por sus efectos en la salud y de otro tipo.

Por eso quienes promueven las ventajas de las «bayas milagrosas» están de enhorabuena.

El problema, no obstante, es que estas bayas son más costosas de cultivar y no duran mucho tiempo, por eso los científicos de Japón (donde estas frutas son populares) están tratando de «producir» la molécula de las bayas, la miraculinaa través de plantas de tomate modificadas genéticamente.

Sin embargo, por ahora, la manera más sencilla y económica de obtener una dosis de esa molécula es comprar pastillas que contienen pulpa deshidratada de «bayas milagrosas» frescas.

Pero ¿cómo son? Mosley probó una de estas pastillas.

«Había leído entusiastas afirmaciones que aseguraban que hace que algunos alimentos como las naranjas sepan como si acabaran de haber sido arrancadas el Jardín del Edén, y que hacen que tus ansias de azúcar desaparezcan», relató el médico.

Mosley dice que su experiencia fue «muy diferente»: «La pastilla que probé ciertamente elimió el sabor amargo tras lamer un limón, pero me dejó un gusto insípido y muy desagradable».

De acuerdo con el experto, el efecto de la pastilla transformó el sabor de un vino tinto de calidad en una «dulce abominación efervescente».

«Traté de comer un gajo de naranja y, lejos de hacerla irresistible, la volvió incomestible», asegura Mosley.

De acuerdo con el periodista, lo único «bueno» de la pastilla es que le quitó las ganas de ingerir alimentos mientras duraron los efectos (cerca de una hora).

«Quizás otros tuvieron una expriencia más positiva… yo todavía continúo buscando el edulcorante perfecto».



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