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La Antigua Orden Dominicana: nacionalismo y racismo como estrategias para distraer de los problemas estructurales

Danilo Minaya Por Danilo Minaya
Danilo Minaya
📷 Danilo Minaya

En la República Dominicana, el nacionalismo exacerbado promovido por grupos como la Antigua Orden Dominicana ha encontrado terreno fértil para propagar discursos xenófobos y racistas, especialmente contra la población haitiana.

Sin embargo, detrás de esta retórica se ocultan problemas estructurales que perpetúan la desigualdad y la exclusión social, desviando la atención de las verdaderas causas de los desafíos económicos y sociales del país.

El capitalismo y las políticas neoliberales han utilizado sistemáticamente el nacionalismo y el patriotismo como herramientas para legitimar estructuras económicas desiguales. Estas narrativas, lejos de fortalecer una identidad colectiva inclusiva, buscan desviar la atención de las fallas estructurales del sistema, culpando a “forasteros”, como inmigrantes y minorías, de problemas cuya raíz está en las élites económicas y políticas. De este modo, estas élites continúan beneficiándose a costa de las mayorías sociales.

El neoliberalismo, el conservadurismo y la ultraderecha han creado un entorno propicio para la propagación del odio, la xenofobia y el racismo. Estas ideologías no solo fomentan la división social, sino que también promueven la exclusión y refuerzan la percepción de ciertos grupos como amenazas, debilitando la solidaridad entre las clases trabajadoras y las comunidades marginadas.

En el país, el discurso nacionalista ha sido una herramienta recurrente para desviar la atención de problemas estructurales como la desigualdad, la pobreza, la corrupción y la falta de acceso a derechos básicos. Al centrar el debate en la supuesta “amenaza” haitiana, las élites políticas y económicas evaden su responsabilidad en la generación y perpetuación de estas problemáticas, asegurando la conservación del statu quo e impidiendo la organización social para el cambio.

El uso del nacionalismo extremo y del patriotismo excluyente limita la posibilidad de un análisis crítico sobre las verdaderas causas de los problemas sociales y económicos. Al presentar la diversidad cultural y la migración como amenazas, se refuerzan prejuicios históricos y se dificulta la movilización en torno a derechos fundamentales como salarios justos, vivienda digna, salud pública y educación de calidad.

Para contrarrestar esta manipulación, es fundamental fomentar el pensamiento crítico y una comprensión más profunda de las interrelaciones entre economía, política y sociedad. También es necesario desafiar las estrategias de distracción utilizadas por las élites y promover una visión más equitativa e inclusiva del desarrollo social.

La organización de la clase trabajadora y de otros sectores de la sociedad es clave para combatir las desigualdades y exigir transformaciones estructurales. La acción colectiva no solo es una herramienta para la defensa de derechos, sino también un mecanismo para construir una sociedad basada en valores fundamentales como la empatía, la solidaridad y el respeto por la dignidad humana. Solo a través de la unidad y la organización será posible avanzar hacia una sociedad más justa e inclusiva, en la que el bienestar común prime sobre los intereses particulares de unos pocos.

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