Jóvenes toman Plaza de la Bandera y emulan movimientos sociales

Jóvenes toman Plaza de la Bandera y emulan movimientos sociales

Jóvenes toman Plaza de la Bandera y emulan movimientos sociales

SANTO DOMINGO.-Muchos de los abuelos de los jóvenes que han protagonizado los plantones en la Plaza de la Bandera, vestidos de negro, recuerdan con nostalgia su vivencia de movimientos como el artístico “Siete días con el pueblo» de 1974 o la «Marcha del medio millón» de la UASD en 1969,

Muchos de esos, hoy abuelos o padres, que para entonces eran jóvenes o adolescentes, tenían como referentes a los jóvenes que protagonizaron el desembarco del 14 de junio de 1959.

La llamada “Generación inmortal” estaba conformada por jóvenes clase media que decidieron enfrentar el régimen de Rafael Leonidas Trujillo.

Son referentes quizás poco conocidos por los que ahora protagonizan los plantones, pero tienen en común que fueron fenómenos sociales protagonizados por jóvenes y al que posteriormente se han unido adultos.

Sin embargo, en República Dominicana hay otros referentes más cercanos de integración social en la consecución de objetivos que han logrado crear niveles de conciencia ciudadana o alcanzar objetivos puntuales de tal manera que se han inscrito en los libros de la historia de los movimientos sociales nacionales.

EL 4% para educación

Uno de los movimientos, que empezó como una simple iniciativa de recolección de firmas auspiciada por la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) siendo presidida por María Teresa Cabrera, fue el de reclamar el 4% del Producto Interno Bruto para la educación preuniversitaria tal como indicaba la Ley General de Educación y no se estaba cumpliendo.

Corría el año 2010 cuando esa recolección de firmas derivó en una gran movilización tan diversa que congregó en torno a sí a personas de todos los extractos sociales y simpatías partidarias.

Un grupo de jóvenes que se identifican como “Cerito y Cruz” difundieron un video explicativo que contribuyó a la popularización del tema.

Ese año y el siguiente transcurrieron con una presión de la población a los actores políticos la cual se incrementó cuando, vestidos de amarillo, las familias se lanzaban a las calles cada lunes para reclamar que se invirtieron en Educación lo que mandaba la Ley.

Esas movilizaciones eran articuladas por un conglomerado que luego adquirió el nombre de “Educación Digna”, en el que participaban empresarios, organizaciones de la sociedad civil, educadores, políticos, religiosos y representantes de los más diversos sectores.

“Educación Digna” logró que el 8 de septiembre de 2011 los once candidatos que aspiraban a la presidencia de la República en las elecciones de mayo de 2012 firmaran un pacto comprometiéndose a invertir el 4% del PIB en la educación preuniversitaria.

Esas elecciones las ganó Danilo Medina y en el primer Presupuesto que le tocó ejecutar, el de 2013, cumplió con lo pactado y por primera vez se destinó para la educación el mínimo que indicaba la Ley General de Educación.

Justifica fiscal

La discusión de ese mismo presupuesto dio pie al surgimiento de un movi

miento técnico-académico llamado “Justicia Fiscal”, que puede considerarse como el que sentó la base para el movimiento que posteriormente se llamó “Marcha Verde”.

Cuando en 2012 se discutía el presupuesto del año siguiente estaba sobre la mesa la discusión del cuantioso déficit fiscal heredado de la administración anterior y la forma de cómo enfrentarlo.

En el marco del Consejo Económico y Social creado en virtud de la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo se empezó a discutir una propuesta de reforma fiscal planteada por el entonces gobierno entrante de Danilo Medina como forma de enfrentar el déficit fiscal.

El 27 de Febrero, Día de la Independencial fue escogida como fecha para la gran concentración en la Plaza de la Bandera para exigir una mejor democracia.

Los actores sociales invitados a las discusiones se mostraron de acuerdo con que el gobierno debía aumentar sus ingresos por la vía de los impuestos, pero que para validarse debía primero reformar la calidad del gasto.

Ese planteamiento dio vida a lo que luego se llamó como “Justicia Fiscal”.

“El movimiento social estaba de acuerdo con la reforma fiscal, pero también con que se debía replantear la calidad del gasto. El Gobierno quería la reforma tributaria urgente y dejar para después lo relativo al gasto”, explica el economista y sociólogo Manuel Robles, unos de los voceros de “Justicia Fiscal”.

Ante la determinación del Gobierno de aprobar la reforma tributaria, a la que se denominó “El Paquetazo”, los grupos sociales empezaron a hacer exponer sus posiciones en distintos tipos de conglomerados y uno de sus argumentos más fuertes era las inversiones extra que se podían hacer si se eliminaban prácticas corruptas.

El culmen fue la firma de un documento el 11 de noviembre de 2013 y una concentración en el Parque Independencia en el que se estima asistieron diez mil personas.

Los jóvenes han sido protagonistas de este movimiento.

“Logramos que un tema tan técnico como el fiscal fuera comprendido y que se empezara a medir la dimensión de la corrupción”, explica Robles.

Marcha verde

Diciembre de 2016 estremeció toda la actividad política de América Latina, pues fue cuando se desencadenó el mayor escándalo de corrupción política internacional de la historia reciente.

El mundo se enteraba que la empresa constructora Norberto Odebrecht había pagado sobornos en doce países para lograr ser beneficiada con contratos de obras públicas y República Dominicana estaba entre los lugares donde más soborno reconoció la empresa que había pagado.

Jhonatan Liriano, uno de los principales activista del movimiento “Marcha Verde” recuerda que desde el Gobierno se apostaba a que el escándalo se diluiría con las festividades navideñas y que quedaría como un caso más.

Sin embargo, ese caso parió uno de los movimientos sociales que ha mostrado mayor capacidad de movilización en el país.

Ricardo Nieves, Andrés L. Mateo y Rafael (Fafa) Taveras en un programa radial propusieron una marcha para reclamar justicia por el caso Odebrecht, y un grupo de activistas sociales le tomaron la palabra.

Tan rápido como el 22 de enero de 2017 fue convocada la primera marcha verde en la avenida 27 de Febrero con Máximo Gómez para caminar hasta el Parque Independencia.

Esa actividad se denominó «Marcha por el fin de la impunidad» y se organizó desde el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

«Lo más importante es que Marcha Verde elevó el nivel de conciencia en la población del daño que hace la corrupción», explica Liriano.

Recuerda que antes de ese fenómeno el tema de la corrupción no salía entre los principales problemas que preocupaban a la gente, pero a partir de ese movimiento se colocó entre los primeros lugares y se ha mantenido.

El joven activista y ahora candidato a diputado por la circunscripción 3 de la provincia Santo Domingo, recuerda que la encuesta Gallup de la época indicaba que el 90 por ciento de los consultados coincidían con los planteamientos de Marcha Verde, el cual terminó convirtiéndose en un movimiento contra la corrupción.

Protesta de jóvenes urbanos

El vergonzoso fracaso de las elecciones municipales, así como el desacertado manejo de sus consecuencias por parte de la JCE y otros actores políticos nacionales, han sido los elementos catalizadores de las protestas que se vienen desarrollando desde el mismo 16 de febrero en la Plaza de la Bandera.

Estas protestas, iniciadas de manera espontánea por un grupo de jóvenes y que han ido creciendo y expandiéndose hasta convertirse en una expresión de una parte considerable de la población, han sorprendido a la mayor parte de la clase política partidista y tradicional, tanto oficial como de oposición.

A diferencia de otros movimientos de demandas socio-políticas, en los que grupos de jóvenes han jugado un papel de participación y liderazgo relevante, tales como la defensa del Parque Nacional de los Haitises en contra de la construcción de la cementera, el de protesta por la venta de terrenos de Bahía de las Águilas, las sombrillas amarillas por el 4% para la educación y más recientemente la Marcha Verde, las protestas en la Plaza de la Bandera han tenido mayor éxito en incorporar a una parte importante del sector juvenil urbano, que generalmente se había caracterizado por su pasividad o poco involucramiento en este tipo de acciones.

Cabe destacar el efecto que, debido al papel protagónico de los jóvenes, han tenido las redes sociales en todo esto, lo que ha permitido trascender las fronteras nacionales para dar a conocer sobre la protesta en otros países, provocando que sectores de diáspora dominicana también se unan a los reclamos, desde diferentes lugares.

Se destacan los niveles de civismo con que se han dado las manifestaciones, así como la inmensa creatividad y originalidad de expresión demostrada.

Plaza de Bandera, punto de encuentro

Despertar. En la actual coyuntura política ha sorprendido la irrupción en las manifestaciones de un grupo de jóvenes pertenecientes a la generación más criticada porque se le atribuye individualismo y apatía a los temas nacionales.

Sin embargo, se han apoderado de las protestas por la suspensión de las elecciones y reclamando esclarecimiento de lo ocurrido y sanción para los responsables.

A nivel de edad la mayoría de los promotores de este movimiento social pertenecen a las generaciones conocidas como Millenials y Centenials, que son los nacidos entre 1981 y el 1999. Aunque el detonante tuvo un matiz de clase social, se fue generalizando hasta convertirlo en una identidad generacional.

Lo de clase social fue porque los primeros que se sintieron movidos a manifestarse fueron los jóvenes de clase media y alta, conocidos coloquialmente como «popis», como respuesta a un crítica hecha por un «influencers» de que a éstos no les importaban las votaciones.

Como una de las características de los Millenials y Centenials es su hiperconectividad y haberse criado con el internet, ese ataque a través de una red social prendió una chisma que los movilizó y se adueñaron primero de la Plaza de la Bandera y se expandieron a casi todas las ciudades del país y del extranjero con diáspora dominicana.