«Amo Twitter». Con este críptico mensaje, Jack Dorsey comenzó a preparar el terreno el domingo pasado, para el lunes anunciar su decisión de abandonar la dirección de la red social que ayudó a crear en 2006.
No es la primera vez que el genio de la informática, de 45 años, aspecto casual y mente inquieta, deja el puesto. Ya se vio forzado a hacer lo mismo en 2008 para, finalmente, regresar al cargo en 2015 y permanecer ahí hasta la fecha.
El controvertido desarrollador, que igual convierte su primer tuit en NFT y lo vende por 2.9 millones de dólares, que se dedica a realizar encuestas en su perfil mientras declara ante congresistas de Estados Unidos, ha sido sucedido al frente de la plataforma por el informático de origen indio Parag Agrawal, que, en un mensaje a través de su cuenta de Twitter, se mostraba agradecido por la oportunidad.
Y, especialmente, con Dorsey: “Estoy agradecido por el servicio que construiste, la cultura, el alma y el propósito que fomentaste entre nosotros y por guiar a la empresa a través de desafíos realmente importantes”, afirmó Agrawal haciendo referencia directa a su antecesor.
En el mensaje también dejaba claro su intención de “demostrar al mundo el potencial de Twitter”. E intención y ganas es lo que necesita una plataforma que se encuentra muy lejos de esos competidores con los que lleva más de 15 años disputándose al usuario.