Músicos tocan los diferentes instrumentos . fotos de César Langa ferreira, tomadas del libro: Historia del vestido, de albert racinet.
Los instrumentos musicales en el siglo XVI se diferencian de los que actualmente utilizamos, pero tenían el mismo propósito: entretener a los invitados a las fiestas y recepciones, organizadas en el palacio del virrey y también en residencias de poderosos, aposentados en nuestro país.
El laúd, por supuesto, era un instrumento muy usado, por ser fácil de trasportar y además de brindar, con sus cuerdas un encantador acompañamiento, a los juglares que amenizaban la velada.
El efecto que tuvo la imprenta contribuyó, en gran medida, a la divulgación de las obras musicales. Aquellas compuestas y cantadas por los juglares fueron impresas y se difundieron por toda Europa, llegando incluso a las Indias, como se llamaban a las nuevas tierras, que luego recibieron el nombre y título de La Española.
Veladas encantadoras
La música se utilizó, no sólo en los palacios y mansiones, sino que fue popularizada y en cualquier ocasión, se podía disfrutar de una velada acompañada de instrumentos y juglares. Generalmente, se tocaba para celebrar la fiesta de un santo patrón del sitio o el casamiento de una pareja conocida en la comunidad.
Naturalmente, aquello se trasladó a La Española, cuya capital, Santo Domingo, no sólo era un ejemplo de construcción racional y citadina, sino también la sede donde recalaban los argonautas descubridores de las nuevas tierras.
Pero además de ser utilizados para danzas y fanfarrias, estos instrumentos, fueron utilizados para acompañar la polifonía vocal.
De esta forma se fueron creando instrumentos como la viola de gamba, el que utilizaba un arco, con seis cuerdas, afinadas por cuartas, con una mayor en el centro.
Los instrumentos que acompañaban a los trovadores y luego a los coros que se fueron creando, sobre todo en los lugares sacros, además de los teclados, como el clavicordio, el clavecín, el órgano, se integraron instrumentos de viento, tales como la flauta, el caramillo, la dulzaina y la corneta.
A aquello se sumó a las agrupaciones que reemplazaban al trovador solitario, haciéndole coro y también, entonando composiciones elaboradas para lo que llamamos actualmente coros.
Como durante siglos la música interpretada en un acto no se podía repetir, la imprenta contribuyó de manera decisiva a que la obra musical pudiera ser reproducida.
Además de aquello, existía el arpa desde tiempos inmemoriales, y las veladas en las mansiones y en el palacio del virrey contaban con un intérprete para amenizar cualquier acto, incluso el más sencillo.
La música religiosa prefería la polifonía coral, es decir, coros de cantantes interpretando alguna pieza sagrada, acompañados a veces del órgano; sin embargo, en la mayoría de los casos, se prefería el canto a capela, sin instrumentos.
Sin embargo, ya se había conformado una cofradía o gremio de artesanos, los que trabajaban con enorme cuidado cada instrumento.
En las fiestas
— Improvisaban
También existían, en esos tiempos, las improvisaciones, llevadas a cabo por lo general por juglares, quienes no tenían inconveniente en criticar situaciones o hacer burla de algún acontecimiento.
*Por MARÍA CRISTINA DE CARÍAS Y CÉSAR LANGA FERREIRA