El empresario tiene 40 años de experiencia en la producción de calzado, correas y pantalones para hombres. Es un referente de los productores independientes. JOSÉ DE LEÓN
SANTO DOMINGO.-Las importaciones de calzado desde China han perjudicado a los pequeños y medianos productores locales, obligándoles a buscar alternativas de comercialización para evitar desaparecer del mercado.
Así lo declara Jorge Ramírez, principal gestor de la marca Violi Salvatory, y quien tiene 40 años dedicados a la confección de calzado para hombres.
“El zapato que producimos aquí es de mejor calidad —comenta Ramírez—, pero por lo general el cliente solo se enfoca en el precio y es ahí donde no podemos competir con los chinos, quienes todo lo que venden es traído desde allá en grandes cantidades”. Asegura que si el Gobierno no le presta una mayor atención al sector muchos de sus homólogos desaparecerán.
Fragilidad en sector
La alternativa utilizada por Ramírez ha sido la producción de zapatos sintéticos, amparado en una marca de menor reconocimiento, lo cual le ha permitido incrementar sus ventas y generar lo necesario para seguir en la competencia.
A pesar de esto, la fragilidad de la industria es notable. Productores como Ramírez se ven en la obligación de tener que liquidar anualmente a sus empleados para evitar el cúmulo de los años y las sorpresas del mercado, las cuales pueden hacerles desaparecer en un pestañeo.
La balanza comercial de República Dominicana en calzados, polainas y artículos análogos es positiva. En 2018 las exportaciones fueron de 313.33 millones de dólares en comparación con los 172.67 millones de dólares en importación.
El principal problema de los productores como Ramírez es que no han podido posicionarse en los mercados internacionales, principalmente en el de Estados Unidos, que es el de mayor demanda (a 2004 la tasa anual de demanda de calzados crecía a un ritmo de 5.3%, equivalente a unos 7 pares por personas) debido a las debilidades del sector.
Entre ellas, Jorge citó la empleomanía, la cual dice que es escasa e inexperta; las presiones tributarias, que muchos de ellos no están preparados para enfrentar, y las horas de apagones, que les obligan a gastar grandes sumas en combustible.
“En mi caso particular gasto en promedio unos 40 mil pesos mensuales para poder seguir operando, a pesar de los apagones, y como quiera la factura energética me llega bastante alta”, confiesa el experimentado emprendedor.
Retos a superar
El estudio “Competitividad exportadora de calzados en la República Dominicana”, financiado por la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID), identifica algunas de las características citadas por Ramírez: los chinos producen a bajo costo, son proveedores de servicios completos (diseño a embarque), tiempo de respuesta menor en el desarrollo de nuevos productos y la creación de consorcios.
Estas condiciones podrían ser debidamente enfrentadas si los productores independientes de este ramo se asociaran.
“Ese es uno de nuestros problemas, hay una asociación pero no funciona. Hemos llegado a creer que nosotros mismos somos la competencia y no es así, la competencia viene de afuera”, argumenta Ramírez. Su experiencia en el mercado internacional duró cuatro años.
En ese tiempo logró impactar en pequeños vendedores de Estados Unidos, pero fue engañado por el enlace comercial que tenía y revela que perdió unos 100 mil dólares en el proceso.
Esta causa le desalentó y lo ha mantenido alejado de las exportaciones, aunque afirma regresará.
Ayuda gubernamental
En la actualidad, y desde hace algunos años, han recibido del Gobierno un notable incentivo al producir los zapatos escolares.
“El único problema es que el Estado paga tarde, pero paga”. A pesar de las adversidades citadas, Jorge dice confiar en el futuro del país y declara estar consciente de la necesidad de la actualización constante para sobrevivir a la férrea competencia del mercado.
Industrias como las de Jorge encajan en el renglón de las que están fuera de las zonas francas.
A estas, el estudio de la USAID recomienda combinarse con las zonas francas, organizarse, formar cooperativas, desarrollar seminarios sobre procesos de fabricación mejorados y de tecnología de rápido acabado; y a las autoridades reducir las regulaciones gubernamentales.