Santo Domingo.- Hoy se cumplen 56 años de la revolución de abril de 1965, un movimiento cívico-militar que se caracterizó por la participación activa, militante y armada de las masas populares para restaurar el gobierno de Juan Bosch.
El profesor Juan Bosch es derrocado siete meses después de haberse juramentado como presidente constitucional de la República (el primer Presidente electo democráticamente luego de los 30 años de la dictadura Rafael Leonidas Trujillo), el 24 de septiembre de 1964, por una facción de las Fuerzas Armadas liderada por Elías Wessin y Wessin.
Esto sucede tras la promulgación de la Constitución de 1963, que establecía la libertad religiosa y de expresión, la libertad política, el derecho a la vivienda, la igualdad entre hijos naturales y los nacidos bajo matrimonio, así como el retorno de los disidentes políticos y exiliados durante el régimen trujillista.
El gobierno de Juan Bosch fue en gran medida una rareza en la historia dominicana en ese momento, ya que fueron unas elecciones libres, un gobierno liberal, democrático, que expresó su preocupación por el bienestar de todos los dominicanos.
La reforma logó cambios sobre la posesiones de tierra que golpeaba a los terratenientes conservadores y militares, sobre todo cuando se yuxtapuso en contra de tres décadas de autoritarismo somnoliento bajo el régimen de Trujillo.
La jerarquía de la Iglesia Católica también reprochó el carácter laico de la nueva Constitución, en particular la disposición de la legalización del divorcio. La jerarquía, junto con la cúpula militar y la élite económica, también temían la influencia comunista en el país, y advirtieron de la posibilidad de “otra Cuba”.
El resultado de esta preocupación y la oposición fue dar un golpe militar el 25 de septiembre de 1963. El golpe de Estado efectivamente negaba las elecciones de 1962 mediante la instalación de una junta civil, conocida como el “Triunvirato”, dominada por los remanentes Trujullistas.
El triunvirato estaba presidido por Emilio de los Santos e integrado por los doctores Ramón Tapia Espinal y Manuel Tavares Espaillat.
El 29 de noviembre de 1964 la Agrupación política 14 de junio se levanta en armas en las montañas dominicanas declarando la guerra abierta contra el triunvirato.
El 21 de diciembre Manuel Aurelio Tavarez Justo, líder del movimiento y viudo de Minerva Mirabal, asesinada por el régimen trujillista, es fusilado en la sección Las Manaclas en la cordillera central, lo que provoca una gran indignación popular y motiva, por otra parte, la renuncia del presidente del triunvirato, Emilio de los Santos. En el levantamiento guerrillero mueren 32 dirigentes y militantes de la agrupación política 14 de Junio.
Con el ascenso de Donald Reid Cabral a la presidencia del triunvirato la situación económica del País se deteriora; se llegan a acuerdos con el Fondo Monetario Internacional mientras que la miseria que sufrían los sectores marginados se agudiza.
Por otro lado, la corrupción administrativa motivaron a un grupo de jóvenes oficiales que, bajo la coordinación del brillante y joven oficial Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, se sumieran en actividades conspirativas en los cuarteles con el fin de atender el clamor popular cada vez más poderoso exigiendo la Constitución del 63 sin elecciones, así hicieron sucumbir al triunvirato presidido por el doctor Reid Cabral.
24 de abril de 1965
El campamento militar 16 de agosto, ubicado en la Autopista Duarte, y el 27 de febrero, en la margen oriental, se rebelan contra el gobierno de Reid Cabral. El Dr. José Francisco Peña Gómez, hablando por una emisora de radio, arenga al pueblo a levantarse en armas y lanzarse a las calles en apoyo al golpe de estado perpetrado contra el triunvirato, y de ese modo restablecer el gobierno constitucional de Juan Bosch.
Este llamado fue suficiente para que el pueblo se desbordara en las calles proclamando su apoyo a la acción y reclamando el retorno a la constitucionalidad.
Un grupo de militares rebeldes leen una proclama donde exhortan al pueblo a respaldarlos. En la noche, Donald Reid Cabral habla al país con el fin de conseguir que los rebeldes depongan las armas.
Los militares constitucionalistas entran a la ciudad de Santo Domingo en las primeras horas de la mañana del 25 de abril y obligan a renunciar a Reid Cabral. El pueblo se lanza a las calles ocupando el Palacio Nacional en respaldo del contragolpe de estado.
En la sede del Palacio Nacional un grupo de militares forma el «Comando Militar Revolucionario» encabezados por los coroneles Vinicio A. Fernández Pérez, Giovanni Gutiérrez Ramírez, Francisco Alberto Caamaño Deñó, Eladio Ramírez Sánchez y Pedro Bartolomé Benoit, que asume el poder a las 10:30 de la mañana.
Esa misma noche se traslada el poder a una autotidad civil, en la persona del Dr. Rafael Molina Ureña como presidente provisional y quien había sido el Presidente del Senado durante el Gobierno de Bosch. Momentos después se anuncia el reestablecimiento de la constitución del 1963 y el regreso del profesor Bosch ese mismo día desde Puerto Rico.
Sin embargo, en la base aérea de San Isidro en el llamado «Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA)» los generales Wessin y Wessin y el general Imbert Barreras se oponen al retorno de Juan Bosch y al restablecimiento de la constitución del 1963. De inmediato comienzan los bombardeos y los ametrallamientos aéreos al palacio presidencial y otras posiciones de los constitucionalistas.
Las organizaciones populares exigen que se le entreguen armas al pueblo el cual ya se había volcado a celebrar el retorno de la institucionalidad al país.
Durante toda la mañana del 26 de abril continuaron los bombardeos al Palacio Nacional y otras zonas de la ciudad. En la Base Militar de San Isidro a 40 kilómetros de la ciudad capital el General Elías Wessin y Wessin se mantiene firme preparando la entrada de sus tropas a Santo Domingo.
La Marina de Guerra, hasta ese momento neutral en el conflicto, se une a las fuerzas de Wessin, y sus barcos bombardean al palacio presidencial donde se encontraba el Presidente Provisional, Rafael Molina Ureña. La fuerza aérea arrecia sus bombardeos contra la ciudad.
Para contrarrestar los bombardeos los constitucionalistas instruyen al pueblo a que ponga espejos encima de las casas para que los reflejos molesten a los aviones.
La presidencia provisional, emite un comunicado: «El Poder Ejecutivo hace de conocimiento público que en virtud de haberse establecido la vigencia de la constitución del 63 que consagra en su articulo 66 la imposibilidad de expulsar del país a ningún dominicano todos los nacionales que fueron arbitrariamente desterrados de la Republica pueden regresar libremente al suelo patrio, se hace observar al ex presidente Joaquín Balaguer que en esos momentos estaba exiliado que podía retornar a la brevedad posible al país para hacerle compañía a su madre que ya estaba en su lecho de muerte».
Ante la gravedad de la situación, el presidente provisional Rafael Molina Ureña y miembros del alto mando constitucionalista entre los que se encontraban los coroneles Vinicio Fernández Pérez, Giovanni Gutiérrez, Rafael Fernández Domínguez entre otros, y varios dirigentes del Partido Revolucionario Dominicano, se dirigen a la Embajada Norteamericana para tratar de conseguir su mediación para lograr un acuerdo con los militares de San Isidro.
Luego de una acalorada discusión el embajador Norteamericano William Tapley Bennett el embajador llama por teléfono a Caamaño diciéndole que solo falta él en la reunión, Caamaño respondió Dígale a Wessin que detenga los bombardeos pero él (Bennett) les dice a los constitucionalistas Este no es el momento de negociar, sino de rendirse de inmediato el presidente provisional Rafael Molina Ureña, renunció y procedió a asilarse en la embajada de Colombia.
Igual camino siguieron otros dirigentes constitucionalistas. Cuando todos los oficiales militares salían del despacho del embajador norteamericano, El Coronel Francisco Alberto Caamaño Deño llegó y se detuvo en la puerta y le dijo: Permítame decirle que seguiremos la lucha suceda lo que suceda.
Al salir de la embajada Caamaño junto a otros colaboradores cercanos, se dirigió al puente Duarte donde las tropas de Wessin avanzaban hacia el centro de la ciudad.
La presencia de Caamaño junto a otros militares en el Puente levantó la moral de los combatientes e hicieron retroceder las fuerzas de Wessin. El profesor Juan Bosch desde Puerto Rico y ante la imposibilidad de regresar al país, delega sus derechos constitucionales al coronel Caamaño, y el congreso se reúne de emergencia y proclaman a Caamaño presidente de la República.
Con los esfuerzos de la embajada de los Estados Unidos se crea en la base aérea de San Isidro una junta militar presidida por el Coronel Pedro Bartolomé Benoit.
En las primeras horas de la mañana del 28 de abril, los constitucionalistas comandados por el Coronel Lora Fernández inician el ataque de la fortaleza Ozama, cuartel general de los cascos blancos.