Hablemos de impuestos
Los gobiernos necesitan recaudar dinero para atender las necesidades de la población, en especial las de los más pobres, y el principal mecanismo para obtener fondos es el de los impuestos.
El Estado no puede prescindir de los impuestos, un instrumento que bien estructurado representa un mecanismo de solidaridad social, pero que diseñado de manera inadecuada puede convertirse en uno de injusticia.
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En otras palabras, si la estructura fiscal se diseñara para que quienes más tengan aporten más y así se compensara a los que “motu proprio” no pueden satisfacer sus necesidades perentorias, se estaría ante un acto solidario.
Pero si por el contrario la carga impositiva se distribuye de manera igualitaria, sin importar las condiciones económicas del contribuyente, se estaría creando un régimen injusto, pues tendría la misma carga el que vive debajo del puente como el que disfruta de un yate y un penthouse.
El Gobierno dominicano está urgido a incrementar sus ingresos. Un Estado famélico no estará en condiciones de salir en auxilio eficaz de la población, ni de tener estructuras regulatorias fuertes.
El dilema consiste en rediseñar nuestra estructura fiscal para no concentrar la carga en los mismos sectores, mientras que otros grupos económicos respiran con alivio.
Los impuestos no nos gustan, pero son tan inevitables como la muerte.
Por lo que EL DÍA aboga es porque sean justos, equilibrados y que no detengan el desarrollo, pero también que los fondos que generen sean gastados eficientemente.
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