Ankara.-El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, dio un primer paso concreto ayer para acabar con la grave crisis que sacude al país desde hace 11 días al aceptar reunirse mañana con los representantes de los manifestantes que exigen su dimisión.
Por su parte, el presidente turco, Abdulá Gul, promulgó ayer una controvertida ley que limita la venta y el consumo de alcohol. Muchos de los manifestantes la convirtieron en el símbolo de la deriva autoritaria y de la voluntad de Erdogan de querer islamizar la sociedad turca.
Después de una nueva jornada de movilizaciones principalmente en Estambul y Ankara, el jefe de gobierno sorprendió al anunciar su primera reunión con aquellos a los que la víspera definía de extremistas.
Nuestro primer ministro ha concedido una audiencia a varios de los grupos que encabezan esas protestas. Creo que se reunirá con algunos el miércoles, declaró el vice primer ministro, Bulent Arinç tras el consejo de ministros.
Ellos recibirán un panorama de los hechos y el primer ministro escuchará lo que piensan, añadió Arinç, sin precisar el nombre de los grupos. Sin embargo, el portavoz no tardó en adoptar de nuevo un tono mucho más firme al indicar que las manifestaciones ilegales no serán toleradas en Turquía, sin dar más detalles.
Tras un fin de semana marcado por las manifestaciones más multitudinarias hasta el momento en varias grandes ciudades del país al grito de ¡Tayyip, dimisión!, varios miles de personas se volvieron a congregar ayer por la noche en Estambul, en la plaza Taksim, y en el centro de Ankara, la capital.
Vendremos aquí todos los días después del trabajo. Esto no se detendrá, prometió Can, un responsable comercial de 30 años cerca del parque Gezi.