“Genocidas virósicos”

“Genocidas virósicos”

“Genocidas virósicos”

Carlos Salcedo

Lo del peregrino de Puerto Plata el pasado fin de semana fue real. No era el rodaje de una película de ficción en tiempos de pandemia, al estilo Spielberg, Scott o Cameron. Lo peor, ocurrió estando vigentes –ergo, obligatorias para autoridades y ciudadanos- las medidas de distanciamiento social.

Las imágenes son de película. Ningún desafío a la autoridad. Todo lo contrario. Llegó a Imbert, Maimón y Puerto Plata, acompañado y protegido, como la multitud congregada, por las autoridades. Se sabía que Mildomio Adames, con una cruz a cuestas, había salido desde Santo Domingo rumbo a Puerto Plata, para a su llegada colocar la cruz en el Atlántico, con el propósito de que dicha provincia quedara libre de coronavirus.

No juzgo el accionar cristiano de Adames. De hecho, como decía que era su intención, esta pandemia nos puede hacer volver a Dios. La Covid-19 nos debe mover a la reflexión y a ver con que frivolidad, desenfreno, irresponsabilidad, egoísmo, arrogancia y falta de fe, muchos venimos conduciéndonos.

Pero Mildomio es un ciudadano y como tal es responsable de lo que ha hecho, al poner en riesgo la salud y la vida de tantos. Más aún, en la irresponsabilidad concurren todas las autoridades: directores municipales (p.e. Maimón), alcaldes (p.e. Imbert, Puerto Plata), gobernadores provinciales (Puerto Plata), Policía Nacional y las autoridades nacionales responsables de la contención y erradicación de dicha pandemia y de hacer cumplir lo decretado.

Hubiera querido que eso fuera un montaje. No podía ver cómo el peregrino y la multitud eran seguidos por la Policía Nacional y otros miembros de la seguridad nacional.

Ante tantas medidas de distanciamiento social y para evitar la aglomeración de personas aquella manifestación popular, sin que nadie ni el propio pueblo los detuvieran, era dantesca.

La preocupación por la pandemia la ha mostrado el propio Papa Francisco, quien ha apoyado las políticas que priorizan la salud por encima de la economía, saludando las restricciones decretadas por gobiernos para evitar el avance de la pandemia, pese al costo económico que representan. Tanto que advirtió que optar por lo contrario significaría “un genocidio virósico”.



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