Quizás pocas frases revelen tanto la desconexión entre distintas capas sociales como la creencia de David Ortiz de que en Santo Domingo no había persona que desconociera quién es el prófugo narcotraficante conocido como “César el Abusador”.
Nuestro “Big Papi” salió a batazos de su marginación socio-económica, pero pese a fama y riqueza como icónico pelotero, la pobreza no salió de su constitución anímica. Señalarlo no ningunea a David, pues su creencia refleja el enorme abismo referencial entre diferentes clases dominicanas cuyas vidas son tan distantes como las de australianos y haitianos.
En el medio de Ortiz, “todo el mundo” dizque sabía quién es ese “exitoso” capo; pero quizás él mismo ni entre su entorno sepan quién fue don Enrique Armenteros o quiénes son sus compatriotas más meritorios en las bellas artes, la medicina o la arquitectura, el derecho o el voluntariado.
¿Habrá oído de doña Mary Marranzini, sabrá qué son los centros León o Perelló, Finjus o APEC, o Fundación Fénix, por ejemplo? No es sólo “dime con quién andas…”.
