Fouché en la mente de Stefan Zweig

Al estudiar la obra del ensayista, biógrafo y escritor austriaco, Stefan Zweig, en formidables textos como, Cartas a una Desconocida, de 1929, o ensayos autobiográficos como El Mundo de Ayer (Memorias de un Europeo), publicado póstumamente en los años cuarenta, el lector se conecta con una narrativa poderosa, de gran calado psicológico, de estilo narrativo elegante y de una estructura sobria.
Aunque en la década de los años treinta Zweig dedicó su ejercicio literario a biografías tan representativas como la de María Antonieta, Erasmo de Rotterdam, la historia de la reina escocesa, María Estuardo, entre otros, el presente artículo busca hurgar en el pensamiento del escritor alrededor de la figura camaleónica de Joseph Fouché, en la biografía, Fouché: Retrato de un hombre político, publicado por vez primera, a finales de los años veinte.
Stefan Zweig se adentra en un ensayo psicológico minucioso sobre la vida de este escurridizo e intrigador personaje de la Francia de finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Este análisis evoluciona al compás de las distintas etapas de la vida del genio tenebroso.
Desde la construcción biográfica de Zweig, Fouché cultivó, a pesar de sus limitadas condiciones histriónicas, una vida de cálculo pormenorizado y de frialdad desprovista de sentimientos, estimulada por una desmedida pasión por el poder. Hombre sin ideales, carente de nobleza, maestro de la simulación y del oportunismo, cuyo talento se reducía a la anticipación de los cambios en los tiempos y ritmos del poder. Con tal de preservar sus espacios de influencia, fue capaz de traicionar a sus más tradicionales aliados, estableciéndolo como un patrón ordinario de conducta.
Etapas de su vida
Joseph Fouché, nacido en la ciudad de Nantes, en el oeste de Francia, en 1759, fue criado por la orden religiosa de los oratorianos y convertido, posteriormente, en educador.
La primera gran transformación de su vida se produce en el marco de la Revolución francesa, aliándose a los Jacobinos. Tuvo estrechos vínculos con Maximilien Robespierre, “El incorruptible”, presidente de la Convención Nacional Francesa, figura preponderante del Comité de Salvación Pública, en el periodo conocido como El Reinado del Terror, la fase más radical de la revolución.
En esa etapa, Fouché fue enviado como representante, en misión, a distintas regiones francesas, con el objetivo de lograr la imposición de la autoridad.
Siendo comisionado en Lyon, dirigió brutales represiones que generaron las más ácidas críticas de sus propios aliados, el mismo Robespierre llegó a catalogarlas de imprudentes, excesivas y moralmente injustificables.
Traición a Robespierre
Para 1794 el ambiente en la Convención Nacional era de tensión, la ejecución de George-Jacques Danton, aliado fundamental de Robespierre al inicio de la revolución y, convertido con posterioridad en rival, marcó un punto de quiebre en las divisiones y discrepancias entre miembros y compañeros del movimiento revolucionario.
Fouché no sólo pudo presagiar un desenlace desafortunado para Robespierre, sino que conspiró contra él, logrando salvarse de la ejecución del 28 de julio de ese mismo año, (10 de Termidor), cuando Robespierre fue guillotinado junto a otros veintiún colaboradores.
Desde la mirada crítica de Zweig, Fouché mostró cualidades despóticas, interactuando desde las sombras y gobernando con los propósitos más oscuros, a través de la utilización de espías e informantes. Se convirtió en figura central del nuevo Directorio, tras la muerte de Robespierre.
Apoyó a Napoleón en su ascenso al poder, siendo ministro de Policía, ahondando en la represión y las agresiones.

Zweig describe con precisión meridiana una serie de acontecimientos que acompañaron la vida política de Joseph Fouché en la era napoleónica. Cuando Napoleón se embarca en campañas arriesgadas fuera de territorio francés, Fouché se contacta con los realistas, con el Papa, con los ingleses y, como juego político recurrente, hace causa común con distintos litorales.
En 1810, Napoleón lo destituye desconfiando de él, pero, tras la caída de éste en 1814, Fouché reaparece y se ofrece a Luis XVIII, el nuevo rey, como garante del orden. Durante los Cien Días, cuando Napoleón regresa del exilio, Fouché nuevamente cambia de bando y acepta ser su ministro del Interior.
Después de Napoleón
Tras el enfrentamiento del 18 de junio de 1815, conocida como la batalla de Waterloo, donde Napoleón sufre la más dramática de las derrotas de parte de las tropas británicas, alemanas y neerlandesas, dirigidas por el duque de Wellington, Fouché negoció en secreto con los aliados y ayudó a organizar la Segunda Restauración. A pesar de su pasado revolucionario, es nombrado ministro por Luis XVIII durante unos meses.
Stefan Zweig nos muestra, a través de la figura de Joseph Fouché, la personificación de la política sin valor, a un actor no protagónico, pero si de gran incidencia, promotor de una amoralidad pragmática; un hombre de conciencia fría en tiempos de pasión.
Este excepcional texto biográfico es una profunda reflexión sobre la moral, el valor de fundamentar los propósitos políticos en ideales y, especialmente, es una invitación al estudio del poder: su lógica, sus alcances y lo pernicioso de su descontrol.
Aunque este trabajo intelectual de Stefan Zweig es en referencia a un personaje de la política europea de hace más de dos siglos, los instintos de este hombre que en su día se llamó Joseph Fouché son consustanciales a las practicas humanas. Nuestro deber es leer y estudiar la historia para procurar que los hechos más desafortunados junto a sus actuantes, no vuelvan a reproducirse.
*Por Roberto Ángel Salcedo