
La asociación del período escolar con las dificultades del tránsito de vehículos y personas en las primeras horas de la mañana, y a partir de la media tarde, es definitivamente dañina en la opinión pública y en el entorno familiar.
Si la realizada en la formación profesional es una de las inversiones más importantes que puede realizar una persona de cualquier edad, particularmente desde la infancia hasta el final de la adolescencia, ¿no es preferible afrontarla con una actitud positiva?
Con cerca de tres millones de lo más joven y prometedor de la población dominicana camino de la escuela desde el amanecer, millones de padres, madres, hermanos, tíos, abuelos, transporte escolar y más de cien mil profesores y personal administrativo involucrados, ¿puede haber una movilización mayor desde este lunes 25 de agosto de 2025 en el país?
Un enfoque positivo de esta enorme movilización, que incluye cada comunidad desde el extremo oriental del país hasta la frontera; desde la costa atlántica hasta la ribera caribeña, resulta constructivo y preferible que detenerse en las eventuales dificultades derivadas de esta enorme actividad humana.
Detenerse un momento y reflexionar sobre la notable dotación conocimientos, amistades para toda la vida, así como el océano de relaciones sociales y humanas, puestas a disposición de niños y adolescentes, debería de ser suficiente para poner, por encima de toda dificultad, lo prometedor de la instrucción escalada y el compromiso de un pueblo con una educación ordenada.
Sea que lo aceptemos o no, que lo entendamos o no, lo positivo de la apertura y puesta en marcha del año escolar llega acompañado de un nivel tal de potencialidad que es capaz de reflejarse hasta en el comportamiento del PIB en el último cuatrimestre del año.
¡Bienvenido sea el inicio de clases!