Por Luis Santos Burgos*
El acompañamiento de las autoridades monetarias durante todo el proceso pospandemia ha puesto en evidencia marcadas inconsistencias e imprecisiones en materia de cumplimiento de metas inflación, empleo y de crecimiento económico, las cuales se ponen cuando se comparan los resultados y las metas previstas. La situación en torno al pobre de desempeño de las políticas macroeconómicas ha estado muy vinculada a los excesos de las autoridades monetarias, en lo relativo al uso inapropiado de los agregados monetarios para incidir en los medios de pagos y la demanda agregada en niveles que no corresponden con la realidad y en la mayoría de los casos, agudizando los desbalances macroeconómicos que existían previo el impacto de la pandemia
Tanto en la fase de expansión como la de contracción el uso de los instrumentos monetarios no solo ha sido muy intenso y excesivo, sino también inconsistentes con las metas de inflación y demás objetivos macroeconómicos, tal ha sido el impacto negativo en el crecimiento económico los efectos indeseados en las líneas de negocios y la cartera de préstamos. Además, se ha acentuado el proceso de descanalización crediticia que se verifica en una participación, cada vez, insuficiente de los sectores reales en la cartera préstamos.
En la economía dominicana el uso de los agregados monetarios, muestra una trayectoria intensiva similar a la global dentro del ciclo expansivo y restrictivo, pero con matices más desbordantes e imprecisos con relación a las metas definidas en el programa monetario y financiero del Banco Central por diversos factores.
Durante el 2022, los agregados monetarios en sus diferentes modalidades, mostraron mayor nivel de restricción tanto respecto al 2021 como en relación a lo previsto en el programa monetario del BCRD, pues se mantiene constante la base monetaria restringida observando una variación relativa de 13% y negativa de 1.5% a junio de 2023. Similar tendencia siguió la base monetaria ampliada, dado que durante registro una variación negativa de 11.4% con relación al 2021 y 4.5% a junio de 2023.
En la fase restrictiva la tendencia de la Tasa de Política Monetaria (TPM) siguió las coordenadas de los tipos de referencia que definía la Fed en los EE.UU, bajo el supuesto “fuga de capitales” y que el problema de la inflación tenía un rango intertemporal de carácter transitorio y de corto plazo, lo que en realidad parece haber tenido otros matices contrario a la percepción inicial de la autoridad monetaria.
Sin embargo, la TPM permaneció constante 8.50% entre noviembre de 2002 y mayo 2023, mientras en la Fed y el BCE, ocurría lo contrario. Todavía más extremo el hecho de que la autoridad monetaria, contrario a lo que sucede a nivel global, cierra el ciclo restrictivo, rebajando la TPM de 8.5 a 8% en junio y a 7,75% iniciando el mes de julio de 2023.
El problema consiste en que para reducir el nivel de inflación alrededor o con aproximación al objetivo meta, hubo que aterrizar la economía a final de mayo a 1.2%, para un acumulado durante los primeros cinco meses de 1.0%, una caída abrupta considerando el comportamiento histórico potencial de la economía dominicana, exceptuando el impacto de la pandemia 2020.
Todo esto en un escenario de políticas de subsidios y de apreciación cambiaria, pone en evidencia el uso desenfocado de los instrumentos de contracción monetaria en la economía dominicana. Situación similar también se observa en los últimos descensos de la TPM, ahora bajo el supuesto “retorno al objetivo meta” al cierre de mayo de 2023, momento en que se registró incrementos significativos en importantes bienes y servicios con alto nivel de ponderación en el índice general de precios y en la canasta familiar.
El programa de estímulo monetario conjuntamente con la reducción un tanto agresiva de la TPM, reitera el estilo peculiar de la presente autoridad monetaria, impulsado quizás por objetivos que posiblemente, trascienden la lógica y la prudencia que en todo escenario requiere y debe preservar la política monetaria como disciplina a favor de la estabilidad de precios y macroeconómica en sentido general.
La baja inusitada de la TPM y el estímulo monetario, para concitar los efectos deseados, debían impactar favorablemente la cartera de préstamos hacia los sectores reales, lo que probablemente no es posible, estimando el alto nivel de apalancamiento, dado los crecientes aumentos de los tipos de interés que produjo la fase restrictiva.
*El autor es economista, MA.