La estimulación cerebral profunda (ECP), es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva que consiste en implantar electrodos en zonas específicas del cerebro que se activan mediante un generador de pulsos similar a un marcapasos cardíaco, y así, administrar estimulación a largo plazo.
Ámbar Pérez, neurocirujana de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), explica que la ECP es una terapia eficaz que está siendo utilizada en un número creciente de indicaciones con efectos inmediatos, reversibles y regulables, sin dañar permanentemente el tejido neural.
Detalla que durante la estimulación a alta frecuencia, los síntomas más importantes desaparecen o disminuyen significativamente.
Sobre sus usos, la especialista explica que la ECP está aprobada para tratar enfermedades como la epilepsia, enfermedad de Parkinson, trastorno obsesivo compulsivo, temblor esencial y distonía.
Así mismo para indicaciones intermedias para cefalea en racimos, demencia, depresión, esclerosis múltiple, recuperación de un accidente cerebrovascular, síndrome de Gilles de la Tourette, dolor crónico, adicción, entre otras.
Pérez señala que desde la década de los 50, los horizontes de esta técnica siguen expandiéndose para conseguir nuevas aplicaciones, con la intención de abarcar temas que hoy en día no ofrecen una respuesta clínica satisfactoria.
El éxito de la cirugía
Asegura que el éxito de esta cirugía radica en la correcta selección del paciente y visualización de los blancos o núcleos cerebrales donde se colocarán los electrodos según la enfermedad, por tal razón, es necesario realizar imágenes cerebrales de alta resolución y obtener una precisión a través de la estereotaxia, técnica que permite la aplicación de los principios matemáticos de tres coordenadas cartesianas, perpendiculares entre sí, que se intersectan en el punto cero.
Al hablar sobre la técnica, la especialista explica que el neurocirujano funcional implantará un electrodo que tiene varios contactos, los cuales estarán en relación al área del cerebro que se desea estimular, a través de orificios pequeños en el cráneo, se pasa un cable bajo la piel hasta un generador de pulso (estimulador) que se coloca por debajo de la clavícula.
Junto al neurólogo especialista controlan la correcta posición del electrodo que adiciona la clínica del paciente, durante una anestesia local, es decir, que el paciente comúnmente está despierto, a sabiendas que el cerebro no tiene receptores de dolor. Cabe mencionar que esta cirugía puede realizarse bajo anestesia general.
Pérez concluye diciendo q “en nuestro país se realiza esta cirugía, y es nuestro deber dar a conocer, sus ventajas, aplicaciones y posibilidad de mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes”.
Una de las ventajas de usar esta técnica
De acuerdo a la especialista también “La experiencia ha demostrado que una de las ventajas más interesantes que tiene esta técnica es la capacidad de modificar los parámetros de estimulación eléctrica para que se adapten a la evolución clínica del paciente, pudiendo cambiarse o detenerse en cualquier momento sin más cirugía y sin destruir el tejido cerebral”.