Estar anclado

Estar anclado

Estar anclado

Ana Blanco

Anclarse. Hacerlo con raíces tan profundas que eres incapaz de moverte, de avanzar y estás en ese mismo lugar mientras ves la vida pasar.

Pero no te mueves, no puedes o no quieres, porque te sientes seguro, más bien crees que es el lugar en el que tienes que estar porque es lo que se espera de ti.

No cuestionas, aceptas. Y que conste que tener raíces en alguna parte, no es lo mismo que estar anclado de manera mental y emocional.

Anclarse sí. Lo digo en el sentido de que encuentras mil excusas para quedarte ahí. Cualquier oportunidad que se presenta de cambio, la descartas de mil formas, todas muy válidas, pero sin atisbo de intentarlo.
Y no digo que en ciertos periodos de nuestra vida, no sea positivo quedarse parado, respirar, tomar distancia de aquello que pueda ser estresante, tener cierta rutina, cosas fáciles, problemas sencillos.

Eso es hasta necesario. Lo que no se puede es convertirlo en algo eterno, porque ahí entra en escena el tiempo.

Cuando vienes a darte cuenta estás ya en una etapa diferente, te acomodas porque crees que ya no es tu momento. Siempre es tu momento, no hay edad que te frene, eres tú mismo el que lo hace, y esta es una cualidad humana que desarrollamos todos muy bien.

Estar anclados a alguien, a algo o en un lugar y tener todas las razones del mundo para justificarnos que es lo correcto y ver cualquier otra opción como desechable.

Para mí lo más importante es sentir que estás en el lugar adecuado, en el momento adecuado porque es lo que quieres y te hace feliz. Si no es así, es hora de moverte, de cambiar ese estatus, pero desde luego nadie lo va a hacer por ti. Es tu decisión.



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