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Estado debe solucionar casos de propietarios en Valle Nuevo

El pasado mes de octubre estuve en Valle Nuevo, a partir de la Resolución n.º 14-2016 del Ministerio de Medio Ambiente que “aprueba el Plan de Acción para el rescate del Parque Nacional Valle Nuevo y prohíbe las actividades agrícolas y ganaderas dentro de dicha área protegida”.

Al entrevistar a varios lugareños en El Castillo, casi todos me preguntaban si para el Ministerio era más importante el bosque de allí o la gente que vive del uso de sus recursos naturales, a lo que respondimos con firmeza que “ambos son importantes”.

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Algunos responderían a esta interrogante en función de los servicios ambientales que brinda el bosque, poniéndoles cifras a la captura de carbono, a la generación de oxígeno y a la retención de la erosión, entre otros, basados en estudios que ya existen para este tipo de valoraciones.

Desarrollo de la tierra

Otros dirían que es un valor relativo a las oportunidades de desarrollo que brinda la tierra que ocupa el bosque, si hay infraestructura en su entorno, si el suelo es bueno para el desarrollo agrícola o turístico, etc. Entonces su monto es mayor o menor, dependiendo de la inversión que hay que hacer para “adecuarlo”.

Mi respuesta concluyente para ellos fue: “es que no puede ponérsele precio a algo en lo que no tuvimos nada que ver para que existiera, y que no tenemos cómo reemplazarlo si faltara”.

Tuvimos que explicar a los lugareños que, ciertamente, hay servicios que brinda el bosque de Valle Nuevo que todavía los dominicanos no hemos descubierto cómo los podemos ofrecer o reemplazar.

Es decir, no podemos fabricar el agua, no somos capaces de generar aire puro y, definitivamente, no podemos reinsertar la infinita biodiversidad que se desarrolla en él. Sin embargo, hay cosas que sí podemos hacer –pero a un alto costo- por ejemplo: revertir el cambio de uso de la tierra, reubicar asentamientos humanos precarios e improvisados, controlar la erosión, etc.

Pero en ninguno de los casos anteriores se logra hacer con tanto éxito o bajo costo como cuando a la naturaleza se la deja “tranquila” y se encarga de ello por sí misma, en el intento de recuperar el bosque y su biodiversidad.

Cuando analizo los criterios técnicos que han servido para tumbar los bosques de las áreas adyacentes al Parque Nacional Valle Nuevo y permitir el desarrollo agropecuario, concluyo que cualquiera que sea el valor que le ponemos a los mismos está muy por debajo del valor que le ponemos a un espacio construido.

Inalienable

Es por ello que se hace necesario sanear las áreas protegidas. La Constitución establece que los terrenos pertenecientes al Estado que integran el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap) son imprescriptibles e inalienables y sobre ellos no puede constituirse ningún derecho privado.

Sin embargo, en la realidad todavía hay muchos terrenos privados dentro de las áreas protegidas.

Valorar el bosque

Mientras que el metro cuadrado en el centro de Santo Domingo, rodeado de edificios, vehículos y contaminación, con una vieja estructura de mala arquitectura, cueste 100 veces más que una hectárea de pinar, no tendremos un desarrollo en equilibrio con la naturaleza.

En conclusión, saldrá casi gratuito devastar el bosque para una siembra de rubros agrícolas que demoler cemento para resembrar. Siempre que impere esta lógica, de que el bosque, como está en tierra pública, por consiguiente, será fácil de ser tumbado para producir un cambio de uso de la tierra. Y es que no hemos resuelto el problema fundamental en casi todas las áreas protegidas, el régimen de tenencia y propiedad de la tierra dentro de las unidades en conservación.

Se tendrá que regular estatus de tierras que están en áreas protegidas

Uno de los grandes retos para gestionar efectivamente el Sinap es solucionar la situación legal de la propiedad de los terrenos que son de propiedad privada, y cuyos propietarios no han sido compensados como lo establece la Constitución.

¿Cómo se entiende que una tarea de bosque en Valle Nuevo -como zona protegida, se compre en centavos y se pongan a “producir” rubros incompatibles con sus objetivos de conservación? Porque los servicios que brinda el bosque de Valle Nuevo no son valorados como imprescindibles para nuestro desarrollo y no hemos regularizado el estatus legal de las tierras que conforman las áreas protegidas; porque no tiene costo reemplazar un beneficio por un daño; porque no hay consecuencias para los infractores (ricos y pobres).

Nuestras leyes y normas, aunque ya están en proceso de adecuación, no van tan rápidos ni al tiempo que van las actividades económicas. Estas encuentran en nuestras normativas (desfasadas e inadecuadas) el espacio pertinente para desarrollar lo que la ley no les prohíbe o dejar de hacer lo que no les exige explícitamente.

La tarea que se nos exige a quienes nos toca temporalmente llevar las riendas del gobierno es ardua y abrumadora, pero posible.

Sin embargo, no lograremos solucionar el tema de Valle Nuevo y de ninguna otra área protegida si no alineamos las visiones (desarrollistas y ambientalistas) para que la sostenibilidad del desarrollo sea una realidad en la sociedad, mediante una participación ciudadana activa y efectiva, consciente, propositiva y, sobre todo, respetuosa de la naturaleza dominicana.

*Por Omar Ramírez Tejada

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