"Sólo me dijeron que (la niña) iba a estar en un centro para niños y que ella iba a estar detenida allí mientras yo cumplía mi sentencia".
Cisary Banz Reynaud Villeda no sabe de su hija de ocho años desde el 13 de junio pasado.
Este padre soltero asegura que salió de Honduras tras recibir amenazas de muerte y llegó hasta la frontera de Estados Unidos con la esperanza de encontrar una mejor vida para él y para su niña.
Pero algo sucedió cuando creía ya que había pasado lo peor.
«Me quitaron a la niña cuando venía entrando a Texas», cuenta desde la cárcel donde se encuentra confinado en entrevista exclusiva con el periodista Aleem Maqbool, de la BBC.
«Estaba en migración, me registraron, me pusieron a un lado y el oficial me dijo: ‘mira te voy a anticipar lo que va a pasar. Tú vas a ser separado de tu niña. A ti te van a llevar a un centro de detención y a la niña la van a llevar a otro centro, donde todos son niños'».
Esa, dice, fue la única explicación que le dieron.
«Yo les pregunté si había algún número para hablarles pero no me dieron respuesta ni nada», añade.
Las autoridades lo separaron finalmente de su hija y él fue enviado a una prisión en Texas.
Desde entonces, no sabe qué pasó con ella.
«Solo me dijeron que iba a estar en un centro para niños y que ella iba a estar detenida allí mientras yo cumplía mi sentencia».
«Yo me sentí muy triste. Es algo que no puedo ni explicarte, porque cuando me dicen que yo iba a estar aquí solo fue como… como si estuviera en un vacío dentro».
«Tolerancia cero«
Su caso no es el único.
Desde principios abril, al menos 2.300 niños migrantes han sido separados de sus familias en la frontera de México y Estados Unidos después de haber entrado a ese último país sin documentos.
Estos padres ahora enfrentan un largo proceso para volverse a reunir con sus hijos.
La medida, que formaba parte de la política de inmigración de «tolerancia cero» del presidente Donald Trump, fue revocada esta semana.
Pero todavía ese desconoce cómo hará el gobierno para reunir a estos padres con sus hijos.
«Mi niña debe estar nerviosa»
Cisary cuenta que tomó la decisión de huir de Honduras porque hace tres años ciertas personas comenzaron a extorsionarlo.
Cuando los reportó a las autoridades, comenzó a recibir amenazas de muerte tanto para él como él como para su hija.
Fue entonces cuando decidió marcharse, bajo la promesa de que siempre estarían unidos.
«Yo opino que mi niña debe estar nerviosa porque yo nunca me he separado de ellay fue una promesa que yo le hice, que nunca nos íbamos a separar«, afirma.
Para él ahora su mayor preocupación ahora es cómo está su hija y dónde o cuándo la podrá ver.
«Cuando le dije a la niña que la iban a separar ella se puso a llorar y aunque yo traté de calmarla, no pude, se fue empeorando, gritando que no quiere separarse de mi».
«Impotente»
Desde la cárcel, Cesary asegura que no tenía idea de que esto podría suceder cuando llegara a Estados Unidos, pero que es una experiencia que no le gustaría que otras personas vivieran.
«Me sentí impotente porque, te imaginas, una niña de 8 años que va a ser separada de su padre, que está llorando, agarrada a mi pierna para que no la separaran de mí… es algo bien feo que no le deseo a nadie», cuenta.
«De mi lugar se vinieron muchas personas y pasaron, y yo no tenía ningún conocimiento de que nos iban a separar. Fue como si me hubieran echado un balde de agua fría», expresa.
Aunque en teoría Trump ordenó que las familias vuelvan a reunirse, Cisery no sabe qué pasará ahora.
Todavía no sabe cuánto tiempo estará detenido ni cuándo podrá volverse a reunir con su hija.
Dice que su gran preocupación es que lo que han pasado no deje una huella a su niña y que él solo buscaba lo mejor para ella.
«Ahora espero que no se llegue a quedar traumada por lo que pasó y que ella llegue a entender lo que sucedió. Porque uno se siente impotente cuando lo separan de su hijo y lamentablemente uno no puede hacer nada».