Escuchar es amar

Escuchar es amar

Escuchar es amar

Escuchar es un valor que trasciende el hecho de ejercitar la capacidad del sentido del oído por el que se perciben los sonidos que están a nuestro alrededor.

La escucha es expresión del amor cuando se hace de corazón, con dedicación, sin juzgar y procurando fortalecer relaciones.

Escuchar de corazón:

Escuchar es amar. Poner el corazón en sintonía con el corazón de otro, superando el formalismo o las reglas de cortesía y la hipocresía.

Podemos estar absortos, supuestamente “escuchando”, y, al mismo tiempo enfocar el pensamiento en todo, menos en la persona que tenemos en frente.

Eso no es escuchar, es intentar engañarnos a nosotros mismos y a los demás, tratando de ser “educados” o queriendo vender una imagen. No es suficiente aparentar que escuchamos, hay que escuchar de verdad.

La escucha real es la que conecta con el otro, expresando la condición espiritual y racional, la igualdad en derechos y hermandad existencial que compartimos.

Escuchar con dedicación:

Dedicar tiempo para escuchar expresando amor implica dar tiempo de nosotros al que nos necesita. Esa escucha de calidad es una deuda acumulada que tenemos con aquellos a los que les robamos el tiempo que invertimos en el exceso de trabajo, las redes sociales, el Internet o en afanes inútiles que desgastan y nos roban bienestar.

Escuchar sin juzgar:

Cuando escuchamos a alguien hay que evitar el juicio sobre las ideas y sentimientos que expresan. El juzgar divide y distancia porque empequeñece a las personas y mina la autoestima.

Escuchar de corazón, sin juzgar, puede ser la antesala para un cambio positivo o el inicio de un camino espiritual que puede transformar vidas.

Escuchar para fortalecer relaciones:
Los grandes hombres y mujeres que cambian el mundo y trillan el camino de la paz, son los que ven en el encuentro y en la escucha empática, un espacio para cuidar del otro y ejercitar la bondad natural que todos poseemos.

Al escuchar con amor, tenemos que dejar huellas positivas en los demás. En tal sentido, es pertinente el consejo de la Madre Teresa de Calcuta que decía: “Que nadie se acerque a ti sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz”.



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