Nacen libros que preludian ser, en sí mismos, un acontecimiento. Otros vienen al mundo de la cultura ya siéndolo, aun sin haber sido leídos.
Pero hay libros, además, que desde que se presentan, desde que el lector se adentra en sus entrañas, de inmediato se origina la certeza, no el proemio, no el augurio, sino la revelación en estado puro, de un acontecimiento incontrovertible, inconfundible, retador.
Pienso que esto último ha sucedido con el libro “Escribir otra isla. La República Dominicana en su literatura” (Almenara, USA, 2021), compilado y editado por los catedráticos y escritores Fernanda Bustamante, Eva Guerrera y Néstor E. Rodríguez.
Se trata de un volumen que reúne una veintena de ensayos, preludio e introducción incluidos, sobre literatura dominicana desde el ocaso del siglo XIX, hasta los siglos XX y XXI, de la autoría de estudiosos de diferentes países y disciplinas, lo que implica la oportunidad de que nuestra literatura esté siendo reflexionada, con rigor crítico y académico, desde otras culturas y otras lenguas.
Esta publicación, que subvierte preceptos y prejuicios, así como reduccionismos teóricos de toda laya, constituye el primer compendio de trabajos en el marco de la Cátedra Pedro Henríquez Ureña de Estudios Literarios Dominicanos, fundada en el año 2012, a partir de un convenio entre el Ministerio de Cultura de nuestro país, a la sazón encabezado por el escritor, investigador, poeta y crítico José Rafael Lantigua, y la Universidad de Salamanca, España.
Este singular espacio académico, vinculado al Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la universidad salmantina, sostenido con tesón por Eva Guerrero y Néstor E. Rodríguez, persigue promover el estudio de las letras dominicanas en España y otras latitudes, comprendiendo el Caribe multilingüe, a través de investigaciones, eventos educativos y seminarios.
La publicación contó con el respaldo de la Embajada de la República Dominicana en el Reino de España, entonces dirigida por el exembajador Olivo Rodríguez Huertas.
El vasto mosaico de escritores y movimientos poéticos dominicanos estudiados abarca obras de Amelia Francasci, trabajada por Olga Nedvyga; Tulio M. Cestero, a cargo de Ramón A. Victoriano Martínez; Abigaíl Mejía, analizada por Eva Guerrero; Juan Bosch, con estudios separados de Guillermo Piña Contreras y María del Rocío Oviedo y Pérez de Tudela.
Además, la obra didáctica, crítica y creativa de Camila Henríquez Ureña, vista por Sharina Maillo-Pozo; el ideario de La Poesía Sorprendida, profundizado por Eva Valcárcel; la narrativa de Julio González Herrera, a cargo del investigador y escritor Danilo Manera; Pedro Mir, estudiado por Catherine Sawyer; Aída Cartagena Portalatín, por Sandra Alvarado Bordas; Juan Sánchez Lamouth, rescatado por Alain B. Atouba Edjeba; Marcio Veloz Maggiolo, ponderado por Fari Rosario.
Figuran, también, estudios especializados sobre la poesía de Norberto James, a cargo de Néstor E. Rodríguez; la cuentística de Ángela Hernández, por Violeta Lorenzo Feliciano; la poesía de José Mármol, por Jochy Herrera; Josefina Báez, por Fernanda Bustamante Escalona; Rey Andújar, a cargo de Catherine Pélage, y Rita Indiana Hernández, estudiada por Rita de Maeseneer y Marie Schoup, abarcando de ese modo a creadores dominicanos de prácticamente tres siglos y de distintos contextos culturales, incluyendo la diáspora en EE. UU. y Europa.
Lantigua destaca que este libro “marca pautas para una relectura de la literatura dominicana en el inicio del tercer decenio de la presente centuria”, al tiempo que alude la reinvención de las letras nacionales en tiempos pandémicos, abriendo la posibilidad de nuevos rumbos.
El libro se plantea una exploración crítica y académica de la literatura dominicana superando el carácter cerrado y patriarcal del canon literario establecido, con lo que amplía las coordenadas desde las que se estudia, con interés y profundidad, el acervo literario de nuestro país.