Es mejor cooperar que regatear el orden

La etapa experimental del reordenamiento del tránsito de vehículos en la Capital ha sido recibida con críticas de observadores y de personas directamente involucradas, lo mismo que con un aluvión de chistes y de los hoy día denominados “memes” que son, en realidad, formas de crítica ante lo inevitable.
Entre la autoridad y la población deben ser establecidas, ante este caso, formas de cooperación y de confianza.
Hasta ahora hemos sido testigos de que el libre albedrío de vendedores callejeros y localizados que usan las vías públicas para mostrar sus mercancías, conductores de vehículos y peatones, no ha podido generar un orden aceptable.
Ni puede generarlo, porque en el afán de cada cual por avanzar, así sea un metro cada minuto, las primeras víctimas son la cortesía, la urbanidad y el sentido común, prendas muy necesarias dondequiera que la gente interactúa.
Los desacuerdos que puedan tenerse frente a las iniciativas de quienes deben aplicarlas para hacer del tráfico de vehículos, por lo menos en la Capital, una realidad más fluida, pueden ser mantenidas por cada cual sin permitirles que maten la debida cooperación.
Que se exprese cada quien según sus sentimientos, pero que coopere ahora que las escuelas están de vacaciones y en la Administración pública han sido establecidos horarios escalonados.
Las buenas intenciones en los asuntos públicos necesitan la cooperación para materializar sus propósitos.
Démonos la oportunidad de por lo menos poder movernos en nuestros vehículos en calles atestadas, mientras llegan las soluciones masivas del transporte de pasajeros por las que muchos abogan.