En las encuestas por muestreo, los errores se clasifican en dos categorías, que son: 1) error de muestreo; y 2) errores ajenos al muestreo.
De estos, los ajenos al muestreo, que es el tema de esta entrega, son altamente importantes, ya que en muchos casos son tan significativos que pueden invalidar las estimaciones que se obtengan a partir de los datos recolectados.
¿Qué son los errores ajenos al muestreo?
Técnicamente, los errores ajenos al muestreo o errores extramuestrales, como también se les conoce, son los que se cometen en el desarrollo de las encuestas y/o en las mediciones de las estimaciones deseadas.
Estos errores no se pueden banalizar, ya que, en muchos casos, su sumatoria es más importante que el error de muestreo que decide el investigador, que es el que se consigna en la ficha técnica de la encuesta.
Es por esta razón que quienes siguen las publicaciones de encuestas, sin importar su naturaleza o el tema de investigación, además de preocuparse en conocer el error inherente al muestreo, el que decide el investigador, también deben interesarse en los posibles errores ajenos al muestreo que pudieron estar presentes en la investigación que, aunque no se comuniquen en la ficha técnica, porque se parte del supuesto de que no estarán presentes en la investigación o serán mínimos, es válida cualquier pregunta o duda sobre estos errores.
Una forma de crear confianza en los resultados de las encuestas es plasmar en la ficha técnica ampliada los controles que se establecieron en la encuesta para reducir estos errores y, de esa manera, crearle un traje de luz a los datos para que los lectores confíen en las estimaciones publicadas, y que representan la mejor aproximación al conocimiento de la realidad que se ha medido.
A escala general, los métodos de recopilación de datos en una determinada población objeto de estudio, ya sean censos, encuestas por muestreo u otro, sin importar el método, la calidad del diseño y los controles que se establezcan, los resultados que arroje la investigación se consideran una aproximación al conocimiento.
Por lo tanto, esa aproximación hay que garantizar que tenga un alto grado de precisión. De ahí la importancia del conocimiento que se tenga de las fuentes de los errores ajenos de muestreo, lo que permitirá establecer las medidas preventivas de lugar, y reducirlos al mínimo.
Fuentes de errores ajenos al muestreo:
Las fuentes de errores ajenos al muestreo más importantes son: 1) el cuestionario que se elabore y el orden de las preguntas.
La forma como se redactan las preguntas, en muchos casos, inducen a errores en las respuestas de los encuestados.
Esto ocurre cuando se redactan preguntas ambiguas o cuando se usan palabras que no son del dominio de los encuestados; 2) el proceder de los propios encuestados que, de manera deliberada o por problema de memoria o por desconfianza en la encuesta y la divulgación de datos confidenciales, se niegan a responder u ofrecen respuestas inexactas, incompletas o simplemente mienten, minimizan o exageran los datos que ofrecen; 3) el proceder de las personas que recolectan los datos que, por malas interpretaciones o por acciones deliberadas, cometen inexactitudes al momento de registrar las respuestas de los encuestados o simplemente sesgan las preguntas; 4) cuando la encuesta, por problema de diseño, deja fuera de cobertura una gran parte de la población, lo que se conoce como error de cobertura; y 5) el procesamiento de los datos, en especial cuando hay preguntas abiertas que deben ser codificadas o agrupadas en categorías, que requieren la interpretación de alguien o equipo de personas designado para esa tarea.
Actitud del investigador
En el campo de la estadística, la encuesta por muestreo es una de las áreas de mayor dinamismo, en donde el dominio de la teoría y la experiencia que deja la práctica, en gran medida, se refleja en la calidad de los trabajos y en la exactitud estadística de las estimaciones publicadas.
Sin embargo, en ocasiones la realidad le da en la cara a los investigadores, abriendo interrogantes sobre el qué pasó o en qué se falló.
Esto ocurre en las investigaciones en las cuales los errores ajenos al muestreo constituyen variables aleatorias de complicada medición, salvo la que se calcula cuando se conoce la realidad, como es el caso de las encuestas preelectorales cercanas a las elecciones, que el investigador estima un determinado resultado, y esto no ocurre en la realidad.
En este sentido, la actitud del investigador debe ser la de analizar los posibles errores ajenos al muestreo que pudieron afectar su estimación.
Finalmente, la actualización permanente, la lectura diaria y la experiencia que deja el oficio de realizar encuestas permite una mejor comprensión de los errores ajenos al muestreo y su importancia en el proceso de estimación.
Por Dionicio Hernández Leonardo