Enfermedad Parkinson puede afectar a jóvenes

Enfermedad Parkinson puede afectar a jóvenes

Enfermedad  Parkinson puede afectar a  jóvenes

Se conoce como enfermedad de Parkinson a la dolencia progresiva del sistema nervioso que afecta el movimiento.

Aunque se tiene la creencia de que esta enfermedad afecta solo a los adultos mayores, puede aparecer, aunque con menor frecuencia, en personas menores de 40 años, denominada enfermedad de inicio temprano, e incluso en personas menores de 21 años, conocida como Parkinson Juvenil.

Rossy Cruz Vicioso, neuróloga de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), explica que el Parkinson es una enfermedad crónica y progresiva, por una reducción o pérdida irreversible de función de las neuronas dopaminérgicas cerebrales.

“Cuando se manifiesta ya se ha perdido de un 60 a 70% de esta función y cuando es clínicamente evidente puede haber pasado más de una década desde su inicio, estando ya manifestada por síntomas no relacionados con el movimiento, como: alteraciones del olfato, estado de ánimo, sueño y otros síntomas que aparecen en las diferentes etapas, como alteración de la memoria, digestivas, cardiovasculares, genitourinarias y otras igual de discapacitantes que los síntomas relacionados al movimiento”, asevera Cruz.

Destaca que la enfermedad fue descrita en el año 1817 en un ensayo escrito por el doctor James Parkinson como “parálisis agitante” con las primeras descripciones de los síntomas: les observaba temblor, rigidez, lentitud en la ejecución de ciertas actividades de la vida diaria, cambios en la expresión facial, tono de la voz, alteraciones en su marcha y la postura.

Sobre la incidencia, la neuróloga establece que la prevalencia global estimada en Estados Unidos es de 0.3% en mayores de 65 años y cada década va en aumento, siendo 3% en mayores de 80 años.

Se considera que estas cifras se duplicarán en las próximas décadas y para el 2060 incrementen 2.26 veces, por lo cual amenaza con ser la primera causa de enfermedad neurodegenerativa en las próximas décadas, superando al Alzheimer en orden de frecuencia.

Casos esporádicos
El 90% de los casos suelen ser esporádicos, sin una causa específica. Solo la minoría correspondiente a un 10% tiene un carácter hereditario. Es más frecuente en hombres que en mujeres.

La doctora explica que aunque diferentes instituciones se esfuerzan en la investigación de terapias emergentes, las cuales buscan detener y revertir su progresión, aún no existe una cura y su tratamiento sigue siendo sintomático, desde fármacos que son utilizados en etapas iniciales, los cuales buscan reponer la carencia de dopamina. Sostiene que con esta terapia se logra una mejoría que puede superar el 50%, dependiendo de la etapa clínica de la enfermedad.

“Iniciar un tratamiento temprano y correcto aparenta ser más beneficioso en la evolución de la misma, al igual que acompañarlo de terapias físicas.

La Levodopa que es una síntesis de la dopamina está disponible en nuestro medio, así como otros fármacos de reemplazo dopaminérgico, usados como tratamiento individual o combinados, acorde a cada etapa”, dice la doctora.

Cruz asegura que los primeros años de la enfermedad suele haber una respuesta favorable al tratamiento, el paciente percibe una mejoría en su capacidad de moverse o etapa de encendido (mejoría por la medicación), la mayor parte del tiempo con un control de los síntomas, en ocasiones llamada etapa de luna de miel, la cual se pierde con la progresión de la enfermedad y aparecen las fallas de respuesta al tratamiento o fluctuaciones dada por la poca disponibilidad de las neuronas dopaminérgicas y la efectividad de la terapia se reduce, manifestada por menor duración de la mejoría.

Acontecen los episodios caracterizados por momentos con falta de movimiento o no encendido, los cuales superan a los de encendidos, o incluso el paciente no logre obtener momentos del efecto esperado.

O, por lo contrario, al iniciar el efecto del medicamento ocurra un exceso de movimiento, los cuales son descritos como movimientos de baile, que son las llamadas discinesias (movimientos anormales e involuntarios), así como torceduras anormales de cuello, cara, extremidades o el tronco que pueden llegar a ser dolorosas e incapacitantes.

Terapia óptima
“Cuando la terapia farmacológica óptima no aporta la calidad de vida esperada y aparecen las complicaciones de la enfermedad se considera que el paciente requiere la intervención con terapias avanzadas, las cuales buscan mantener una disponibilidad más estable de dopamina con menores dosis de fármacos orales y menor efectos adversos desencadenados por las altas dosis que se ingiere, mejorando así los momentos de encendido en sus actividades diarias.”, destaca.

Una terapia avanzada
De las terapias avanzadas cuentan con la estimulación cerebral profunda, una técnica quirúrgica que consiste en la colocación de dos electrodos en núcleos ubicados en la profundidad del cerebro conectados por un cableado a un generador de pulsos eléctricos similar a un marcapasos, como modulador de la función relacionada con el control del movimiento.



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