Santo domingo.-Como para confirmar la certeza de que construir dentro del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte se ha convertido en una especie de moda generalizada, obreros que laboran en las grandes obras que allí se levantan no se han quedado atrás, y han optado por la improvisación de viviendas y kioscos para negocios de expendio de comidas y golosinas.
En un recorrido por el interior del otrora principal pulmón de la ciudad, reporteros de este diario pudieron comprobar que, además de centro de trabajo, el Centro Olímpico también sirve como residencial para empleados y algunos que se dedican a negociar para conseguir el sustento familiar.
La rancheta o morada que figura en la parte superior de este reportaje está ubicada en la parte este del parque, entre los estadios 2 y 3, próximo a la entrada que da a la avenida Máximo Gómez.
La otra es un tarantín que sirve de negocio y morada a otra persona que se la busca con una especie de cafetería frente al pabellón de judo.
Ni Duarte se salva
El nivel de deterioro y arrabalización del Centro Olímpico ha alcanzado niveles alarmantes. Ni el patriota Juan Pablo Duarte, el principal referente histórico de este país, ha podido escapar a la vorágine.
El busto de Padre de la Patria se deteriora con el paso del tiempo, lleno de agujeros y una suciedad espantosa, ante la mirada indiferente de todas las autoridades deportivas que se han sucedido en la cosa pública.
Ante la gran avalancha de denuncias de personas, sectores y medios de comunicación preocupados por la situación, el silencio ha sido la respuesta de quienes tienen que velar por preservar una obra de tanto interés y significación histórica para la República Dominicana.
El daño está hecho, sin importar lo que hagan de ahora en adelante, el Centro Olímpico, vejado y mutilado hasta más no poder, jamás volverá a ser lo que fue durante más de tres décadas.
Los hombres y mujeres que lucharon para que se levantara un centro deportivo y de sano esparcimiento para la familia deben estar frustrados por tan flagrante agresión contra una obra que les costó muchas horas de desvelo y a algunos hasta el riesgo de perder la vida.