Empresas importantes se han fusionado y otras que fueron por muchos años negocios familiares pasaron a ser propiedad de capital extranjero.

Por años, esas compañías hacían un esfuerzo porque su marca se vinculara con “lo dominicano” y hacían grandes inversiones para apoyar proyectos de marca país.

Las mismas terminaron convirtiéndose en marca país.

Ese fenómeno ha ido cambiando y así como el capital extranjero se ha ido entrando en ellas, se ha reducido la apuesta por “lo dominicano”.

El deporte y el arte, dos de las actividades nacionales que suelen despertar con más facilidad el orgullo patrio y concitar la unidad nacional, han sentido de manera negativa el fenómeno descrito anteriormente.

El apoyo del sector privado a esos renglones es cada vez más raquítico.

Promover marcas a través de las figuras y actividades que promueven y enaltecen el orgullo patrio reditúa tanto a las empresas como al país.

Esas medallas que tanto nos enorgullecen son factura mayoritaria del Estado y del sacrificio de los mismos deportistas.

Nuestras expresiones culturales más características, como el merengue, languidecen por falta de apoyo de la empresa privada.

Esas grandes empresas, de tradición dominicana aunque ahora con capital extranjero, tienen la responsabilidad social de involucrarse más con “lo dominicano”.