Élite política elude Ley de Partidos por temor a ‘espada de Damocles’
Santo Domingo.-Los principales partidos y el liderato político dominicano llevan casi una década y media simulando un consenso, parte de las estrategias de un juego político, que no termina de materializarse para la aprobación del proyecto de Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas.
La elite estratégica conoce que la iniciativa es impulsada por agrupaciones y actores de relevancia de una sociedad civil que no desaprovecha oportunidades para promover el descrédito de los políticos y políticas dominicanas, que responden con los artificios de la ganancia de tiempo.
Aunque en escenarios públicos la mayoría del liderato político proclama la importancia de aprobar la iniciativa, se ve retratado en experiencias latinoamericanas que han generado procesos organizativos que han llevado a jefaturas de Estados a figuras que, a pesar de no contar con instituciones fuertes, desplazaron a las tradicionales luego de reformas electorales.
Modelos
Figuran casos como los de Hugo Chávez, Venezuela; Rafael Correa, Ecuador; Evo Morales, Bolivia, y Mujica, en Uruguay, entre otros.
En algunos países, partidos recién formados han conseguido un respaldo mayoritario de los electores en pocos años; tal es el caso de la Nueva Fuerza Democrática de Colombia, liderada por Andrés Pastrana, que surge en 1994 y ya en 1999 logra el 48 por ciento de los votos.
En otros casos, organizaciones con una larga historia, y que dominaron la vida política durante decenios, han caído en profundos procesos de cambio, como es el caso del PRI de México, fundado en 1929 y que permaneció con un poder hegemónico hasta 1989.
En clímax del deterioro llegó en el año 2000, perdió las elecciones presidenciales tras el triunfo de la Alianza por el Cambio, el 2 de julio de 2000, que llevó de candidato a Vicente Fox.
Tardó más de una década para recuperar la Presidencia de la República de México con Enrique Peña Nieto.
En Venezuela, el Partido Social Cristiano (COPEY) y Acción Democrática (ADECO), que se repartieron la dirección del Estado durante décadas, perdieron el poder ante Chávez, el 2 de febrero de 1999.
Control de los partidos
La iniciativa ha recorrido un tortuoso camino desde que en 1999 la Comisión Presidencial para la Reforma y Modernización del Estado, creada tres años antes mediante el decreto 484-96 como órgano plural, constituido por representantes de la sociedad y de los diferentes poderes del Estado, anunció un primer consenso, previo a su sometimiento a discusión del Congreso Nacional.
Desde entonces han sido muchos los intentos fallidos para su conversión en ley, evidenciando el desinterés de las organizaciones políticas mayoritarias en la materialización de la misma, que tiene el respaldo absoluto de la sociedad. No lo hizo el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) cuando tuvo control absoluto del Senado y de la Cámara de Diputados entre 1998-y 2006, ni hasta el momento el de la Liberación Dominicana (PLD), que controla el Poder Legislativo.
Conforme a representantes de la sociedad civil, la Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas procura el fortalecimiento de la democracia dominicana expresada en: mayor calidad al sistema democrático y el ejercicio político, transparentar su accionar y propiciar una práctica política consecuente con los principios, los valores y la ética.
Entienden que lo anterior habría de materializarse en el ejercicio del derecho de todos los ciudadanos y ciudadanas a organizar partidos y agrupaciones políticas o formar parte de ellos, y establece las normas que regirán la constitución y reconocimiento, organización, autorización, funcionamiento, participación en procesos electorales, vigilancia y sanciones de los partidos y agrupaciones políticas.
Dirigencial
La Junta Central Electoral ha sometido varias versiones a discusión congresual, las cuales han ido a las cúpulas del PLD, el PRD y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), sin que se haya tomado una decisión definitiva. La más completa fue presentada en 2011.
Mientras que la corriente que lidera Hipólito Mejía dentro del perredeísmo elaboró su propio proyecto, el cual remitió a los principales líderes políticos, incluyendo el presidente de la República, Danilo Medina.
En tanto, el Comité Político conformó a mediados de este año una comisión de sus miembros, entre los que figuran los juristas Rafael Alburquerque y César Pina Toribio, a fin de que rindiera un informe, pero hasta el momento no ha concluido el trabajo sobre la última versión presentada por la JCE.
La espada de Damocles
La frase “la espada de Damocles” se utiliza cuando una persona está amenazada de un peligro inminente.
El poeta Horacio alude en una de sus odas que ese personaje era uno de los cortesanos aduladores de Dionisio de Siracusa, llamado el Tirano, que vivió en el siglo IV antes de Cristo.
En vista de que Damocles pasaba el día alabando la felicidad de Dionisio, este, para persuadirle de que no era tal, le invitó a asistir a un banquete en el que fue obsequiado como un príncipe. Luego, en lo mejor de la fiesta, levantó los ojos Damocles y vio que del techo colgaba una espada desnuda, sostenida solamente por una crin de caballo.
Horrorizado del peligro en el que se encontraba, pidió permiso para reiterarse, pero no lo hizo sin reconocer que la existencia del tirano no era tan feliz como él pensaba.
Todo parece indicar que la elite política dominicana no quiere verse, por decisión propia y con la aprobación de la Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas, bajo la “espada de Damocles” que le signifique una legislación de ese tipo.
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