El vedetismo sobra

El vedetismo sobra

El vedetismo sobra

El  estilo del presidente Danilo Medina, y su vocación preferencial por los pobres, contagia, etiqueta y marca a su gobierno.

Es un eje transversal y un motivo de mímesis que toca a muchos funcionarios deseosos de alinearse con el gobernante, un hombre detallista, exigente y crítico.

Plegarse a la manera de Medina ejercer el poder es una suerte de “modus ponendo”: Si asumo mis funciones públicas a favor de la mayoría (aunque no vaya más allá de la retórica) estoy bien con el presidente.

Esto no es malo desde el punto de vista político, pues crea una especie de afinación, establece un compás y se aproxima a la realización de la partitura que el mandatario siempre evocó en sus tiempos de campaña para alcanzar la primera magistratura de la nación.

Es necesario, sin embargo, que ciertas instancias estatales, especialmente aquellas donde debe prevalecer el criterio especializado, administren con prudencia el influjo populista  ( lo digo sin espíritu de degradación), porque los excesos, en todos los terrenos, hacen daño.

Se puede ser simpático con Medina, y hasta tratar de ganarse su sombra protectora en el cálido mes de agosto, tan lleno de expectativas, rumores, promesas , anhelos, sueños y zancadillas.

Pero, revestir de politiquería algunas normativas y reglamentos, dirigidos a sectores regulados en los que la confianza y la visión técnica son materia prima, me parece un supremo desaguisado y una nota discordante en la orquesta gubernamental.

No contribuye con el buen gobierno el deseo de brillar sobre una plataforma de mentiras, ficciones, información manipulada y hasta contradicciones regulatorias que crean titulares fantásticos en los periódicos.

De hecho, se corre el riesgo con esta actitud de, en lugar de alinearse con el presidente, hacer daño a la economía, a la creación de empleos y a la sostenibilidad fiscal. Es válido un llamado a la prudencia y al comedimiento.  El vedetismo sobra en zonas donde el único estrellato válido es la discreción y el rigor técnico.



El Día

Periódico independiente.

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