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El valor de lo repetido y lo único

En el emprendimiento, muchas veces buscamos la gran jugada, la idea brillante o la oportunidad irrepetible. Sin embargo, los grandes retornos de la vida —en riqueza, en relaciones o en conocimiento— no provienen de golpes aislados, sino de juegos que se repiten.

Naval Ravikant lo explica con una frase clara: “Play iterated games. All the returns in life come from compound interest.” La confianza de un socio, la lealtad de un cliente o la sabiduría de años de aprendizaje no aparecen de un día para otro.

Se construyen en la paciencia, en la coherencia y en la capacidad de mantenerse en el juego. Es la repetición, no el instante, lo que multiplica los resultados.

Pero hay otro principio clave en ese camino: armarte de un conocimiento específico. Naval lo llama specific knowledge, y lo define como aquello que no puede enseñarse en un aula ni replicarse con un manual. Es el saber que surge de tu historia, de tus pasiones y de la intersección única de experiencias que solo tú has vivido.

Lo curioso es que ese conocimiento muchas veces parece “demasiado obvio” para quien lo posee. El emprendedor tiende a subestimarlo, creyendo que cualquiera podría hacerlo igual. Sin embargo, visto desde afuera, es raro, valioso e irreemplazable. Esa es la diferencia entre un conocimiento general —que se entrena y se sustituye— y uno específico, que se convierte en tu ventaja natural.

¿Cómo reconocerlo? Empieza por observar lo que disfrutas hacer incluso sin recompensa inmediata. Pregúntate qué buscan los demás en ti cuando necesitan ayuda. Piensa en los temas a los que vuelves una y otra vez sin darte cuenta. Ahí, en esa mezcla de obsesión, curiosidad y facilidad, está tu huella distintiva.

Cuando unes estos dos conceptos, surge una brújula poderosa. Si logras identificar tu conocimiento específico y lo aplicas en juegos que puedas repetir —en relaciones duraderas, en aprendizajes constantes, en proyectos de largo plazo—, entonces el interés compuesto empieza a trabajar a tu favor. Cada interacción, cada paso, cada intento suma y se multiplica.

El emprendimiento, en última instancia, no consiste en ganar una vez, sino en diseñar la vida como un juego repetido con tus propias reglas. Y esas reglas se escriben con lo que solo tú puedes aportar.
La pregunta, entonces, es doble: ¿cuál es ese conocimiento único que te define, y cómo puedes ponerlo en práctica en un juego que merezca repetirse?

*Por Luis de Jesús Rodríguez

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