«Cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor, condenamos el porvenir sin conocerlo», Francisco de Quevedo.

En múltiples ocasiones oigo decir a muchos con cierto grado de conformismo y nostalgia ¨el tiempo pasado fue mejor¨,  -que si antes nos reuníamos todos a comer en la mesa, compartíamos más tiempo juntos, que si nosotros como hijos obedecíamos a nuestros padres y nos inspiraban respeto y amor-,  etc. etc.

Recientemente estuve leyendo el libro “Cuando Dios dijo Acuérdate”, de Mark Finley, donde el autor en uno de sus capítulos hacía una relación sobre lo que años atrás significaba el hogar para la familia y lo que estamos experimentando hoy dentro del mismo y nuestras familias. Decía que tiempos atrás  el hogar solía ser  un refugio seguro, pero que hoy todo ha cambiado;

Y es que los parámetros han cambiado, los hábitos también, las prioridades dentro de la familia son otras. Hemos elegido la comodidad por encima de la responsabilidad,  priorizado el tener por el ser y hemos dejado entrar a nuestros hogares con toda libertad,  lo que tanto decimos criticar.

A través de la televisión y el Internet (que tienen su cuota de importancia) permitimos que la violencia, el sexo sin control y la falta de moralidad  entren a nuestros hogares en horarios  de máxima audiencia y sean los mejores amigos de nuestros hijos. No solo nos hacemos ciegos y de oídos sordos en relación a estos invasores, sino que en muchas ocasiones  compartimos con ellos esta intromisión y nos limitamos a decir, ¨ Con esta generación, quién puede¨.

Qué nos está pasando? es asunto de manejo y equilibrio, estamos dañando  al núcleo principal de nuestra sociedad  (la familia),  de este  núcleo se desprende todo. No nos hagamos los locos por conveniencia y comodidad, estos y otros invasores se pasean delante de nuestros ojos y solo nos estamos limitando a decir ¨esta sociedad está dañada¨, o ¨el Estado es el culpable¨.

Estamos viendo los resultados de este descalabro: la falta de honradez,  violencia de género,  sexo sin control,  narcotráfico y el consumo de estupefacientes con su consecuente falta de seguridad ciudadana, entre otros.

Hay una relación de causa y efecto. Nuestra sociedad está en serios problemas. ¿Qué estamos haciendo para palear estos males?…obviamente tendremos que buscar dentro de nosotros mismos.

La palabra de Dios nos insta a instruir a nuestros hijos dentro de sus Preceptos, que son siempre buenos y perfectos y  de grande no se apartarán de ellos. Tenemos que dar cuenta ante Dios por nuestra familia,  prediquemos con el ejemplo  y esto tendrá un efecto multiplicador.

Seamos firmes en el  propósito de HACER LA DIFERENCIA, prioricemos la familia, construyamos un mejor futuro- es asunto de accionar nuestro presente y poner un grano de arena en pro de contribuir a crear hombres y mujeres con valores y principios -.

!!La sociedad nos lo pide a gritos y el país también!!