La Justicia no es un tribunal, ni muchos tribunales, como pudiera pensar cualquier persona que mira desde fuera o con alguna litis en curso en alguna instancia judicial.
Es, en los planos y en los hechos, un sistema en el que concurren los tribunales, por cierto, pero también el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional y auxiliares de justicia.
El Poder Judicial, que ayer 7 de enero tuvo su día y con este motivo fueron realizados varios actos conmemorativos encabezados por la Suprema Corte de Justicia, es en cambio uno de los tres grandes poderes del Estado.
Según el magistrado Luis Henry Molina, presidente de la Suprema y del Consejo del Poder Judicial, la celebración los encuentra todavía empeñados en la domesticación de la mora judicial, un gran pasivo arrastrado por años de casos sin resolver de manera definitiva.
Debe de ser una de las grandes deudas de la administración del Poder Judicial con la sociedad dominicana.
Como lo es también el diseño de una ruta por la que sea posible alcanzar, si no la justicia gratuita de que habla la Carta Sustantiva, una que sea menos onerosa.
El adecentamiento de los tribunales, con edificios, salones, facilidades sanitarias y espacios de retención humanizados debe ser, también, una aspiración por la que se trabaje con ahínco desde la administración del Poder Judicial.
Para esto, desde luego, debe de pasar de la letra a los hechos la independencia presupuestaria, de la que también adolece el tercero imparcial.