El tercer domingo de febrero

El tercer domingo de febrero

El tercer domingo de febrero

La suspensión de las elecciones municipales representa una mancha en el historial democrático dominicano, pero no implica el colapso de un sistema que ha costado tanto construir.

Todo dependerá de la actitud asumida por el liderazgo nacional y de la reacción de la población.

Devolverse y ahogarse en llanto no constituye la postura más sensata, ni tampoco quedarse varado a mitad del camino.

Corresponde tomar los correctivos de lugar, que incluyen sanciones para los responsables de que la implementación de un proceso harto probado fracasara el día de las elecciones.
Si hay responsables por comisión el país tiene que conocerlos.

Si hay responsables por negligencia deben ser apartados del camino.
Pero hay que salvar la democracia.

Hay que salvar la estabilidad política.
Hay que salvar la estabilidad social.
Hay que salvar la estabilidad económica.
De lo que pasó ayer hay muchos responsables. Unos más que otros, pero responsables al fin.

Este alto en el camino puede ser la oportunidad de poner en orden la casa, volver a experiencias exitosas de nuestra historia electoral y enterrar definitivamente las aptitudes que han opacado esos avances y a veces, como ahora, nos llevan a retroceder.
Necesitamos actitud dialogante.

Necesitamos aplicar las leyes.
Necesitamos racionalidad.
Necesitamos un liderazgo responsable.

El tercer domingo de febrero de 2020 puede ser un día funesto, de triste recordación, pero también puede ser el punto de ruptura definitiva con viejas prácticas perversas que nos han impedido cruzar el umbral de la democracia madura.



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