Salir temprano por la mañana se ha convertido, o es desde hace tiempo, un verdadero infierno. Por varias horas hay que permanecer en las largas filas de vehículos para cada quien llegar a su puesto de trabajo o llegar a cualquier otro destino.
La cuestión es que, cada día, es el mismo martirio. Aparte del costo económico que la situación implica. Hay más consumo de combustible y, además, que no se recupera el tiempo perdido.
Por más promesas que haya, el problema tiende a agravarse, aunque el Gobierno podría alegar que no tiene una varita mágica y que apenas tiene algo más de un año en el Palacio Nacional.
Pero también se vive el mismo martirio y desesperación en las horas pico durante la tarde. Se pierden tres y cuatro horas para la gente desplazarse desde sus centros de trabajo hacia sus hogares. Nada cambia el panorama infernal de la mañana. Es lo mismo de siempre.
Boca de lobos
Quien quiera ser víctima de un atraco o robo solo debe atreverse a andar por el parque Mirador Norte de noche. La oscuridad es infernal a partir de las siete.