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El primer borrador de tu idea

Has decidido emprender. Tienes una idea en la cabeza y sientes el impulso de llevarla a cabo. Ese es el inicio, pero falta algo esencial: ponerla en papel. La mayoría de las personas nunca pasa de la conversación o el sueño.

Escribir es lo que marca la diferencia entre un deseo y un proyecto.
Ese primer ejercicio es lo que llamo el primer borrador de la idea. No se trata de un plan de negocio detallado, sino de un documento sencillo donde te explicas a ti mismo de qué trata tu producto o servicio, por qué podría funcionar, cuánto estimas que costará y qué problemas podrías enfrentar en el camino.

Lo más importante es empezar. Ese borrador puede estar lleno de vacíos. Cuando no sepas algo, simplemente escribe PD (por definir). Esa marca es un recordatorio de que en la próxima versión tendrás que buscar la respuesta. Lo esencial es no detenerte.

Aunque al inicio se vea incompleto, este primer borrador es una victoria. Te coloca delante del 80 % de las personas que alguna vez han tenido grandes ideas, pero nunca las escribieron. Es un paso modesto, pero glorioso, porque marca el momento en que dejas de soñar y comienzas a construir.

Ejemplos que inspiran
La historia del emprendimiento está llena de borradores que parecían pequeños e inciertos, pero que abrieron el camino a grandes proyectos.

  • Walt Disney: en un momento difícil, sin dinero y tras perder los derechos de su personaje anterior, comenzó a dibujar en su libreta el borrador de un ratón con guantes. Ese boceto dio vida a Mickey Mouse, que se convertiría en el emblema de uno de los mayores imperios creativos del mundo.
  • Amancio Ortega, fundador de Zara, empezó confeccionando batas con su esposa en la sala de su casa. El primer borrador de su proyecto era una libreta de pedidos y cálculos simples. Ese comienzo humilde evolucionó en Inditex, un grupo que revolucionó la moda global.
    Ambos ejemplos muestran lo mismo: todo gran negocio nació primero como un borrador imperfecto.

La disciplina diaria
Una vez lo escribas, comprométete a dedicarle tiempo con regularidad. Una hora al día, media hora, o los fines de semana. Lo importante es la constancia. Poco a poco, tu borrador crecerá y tomará forma en tu mente.
Cuando le pongas un nombre a ese borrador, habrás plantado la semilla. Y en ese momento ya podrás decirlo sin dudas: eres oficialmente un emprendedor.

*Por Luis de Jesús Rodríguez

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