El orgullo y la vergüenza

Desconozco las causas, pero el humano en muy escasas oportunidades acepta que está en baja en cualquier tipo de actividad que desarrolla.
Sobre ese tema se han desarrollado millones de teorías, y todavía no hay acuerdos.
Casos de esa naturaleza lo viven a diario los dominicanos en todas las capas sociales.
Todos se creen en capacidad de permanecer como protagonistas de por vida al frente en una posición.
Eso se da en instituciones públicas o privadas, por notorio que se el descenso en su desempeño.
Debido la gran publicidad y promoción que reciben los atletas, sus casos son más llamativos, y por lo tanto crean más atención del público.
El caso que vive hoy Miguel Tejada llama poderosamente la atención.
Un jugador hasta hace poco considerado una estrella de primer orden, hoy está dando pena por mantenerse en Grandes Ligas.
Nadie le puede pedir que abandone el contrato de 6.5 millones que tiene, pero que esté claro que su carrera llegó a su fin, por lo que debe pensar en el retiro definitivo para la próxima temporada.
Que no siga los pasos de los políticos que nunca sueltan el bastón, pero tampoco el de los jueces de la Suprema Corte de Justicia, quienes entienden que a los 75 años todavía pueden ser cuarto bates y sacarla por los 411.
La vida es movilidad permanente y, quiérase o no, hay que aceptar esa realidad. Todo lo que comienza termina, y es mejor acabar con orgullo y vergüenza.