Informe CIA revela nombre de la amante con la que Trujillo se encontraría en San Cristóbal la noche de su muerte
Santo Domingo.- Un documento recientemente desclasificado por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) ofrece detalles sobre el papel activo que jugó esa agencia en la planificación y ejecución del asesinato del dictador Rafael Leónidas Trujillo, además de revelar el nombre de la amante con la que se encontraría en la hacienda Fundación la noche de su muerte.
La información contenida en el archivo —ahora de acceso público— ofrece un relato elaborado por la CIA sobre el atentado del 30 de mayo de 1961 y el nivel de involucramiento estadounidense en el complot que puso fin a uno de los regímenes más longevos y autoritarios de América Latina.
El documento, que forma parte de una serie de archivos desclasificados por Estados Unidos, presenta una narrativa interna que abarca desde las conversaciones iniciales entre diplomáticos estadounidenses y conspiradores dominicanos hasta el momento exacto del atentado, el suministro de armas, las consecuencias inmediatas del crimen y la rápida evacuación de los implicados estadounidenses.
La noche del asesinato
El relato indica que la noche del 30 de mayo de 1961, Trujillo salió de Ciudad Trujillo —como entonces se llamaba Santo Domingo— rumbo a San Cristóbal.

A diferencia de sus acostumbrados desplazamientos con caravana y escolta, aquel día hizo el recorrido solo, a bordo de un Chevrolet Bel Air modelo 1957, vestido con su habitual uniforme caqui, acompañado únicamente por su chofer de confianza.
Esta rutina, conocida por sus allegados, era aprovechada por Trujillo para realizar visitas personales sin demasiada atención pública.
Aquella noche se dirigía a una finca llamada “La Fundación”, donde lo esperaba su amante, una joven de 19 años llamada Idominia Sánchez, según continúa el informe.
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Pero en el trayecto, a lo largo de una autopista de cuatro carriles, el vehículo fue interceptado por tres autos que transportaban a ocho hombres armados.
Eran los miembros del núcleo operativo del complot. Abrieron fuego contra el automóvil y lo acribillaron. Trujillo fue abatido en el acto. Su cuerpo fue retirado del lugar por los mismos atacantes, mientras su chofer, herido gravemente, fue abandonado en la escena como muerto, pero logró sobrevivir.
Todos los ejecutores lograron escapar inicialmente. Dos murieron resistiendo el arresto; otros dos lograron esconderse o eludir la búsqueda, y el resto fue capturado, confesó su participación y fue ejecutado extrajudicialmente sin juicio previo.

Otras ocho o nueve personas que sabían del plan, aunque no participaron directamente, murieron en circunstancias sospechosas mientras estaban bajo custodia o al resistirse a ser arrestadas.
El documento aclara que la CIA, para fines analíticos, distingue entre “conspiradores” (todos los que participaron en el plan para derrocar a Trujillo) y los que ejecutaron el atentado.
El vínculo con la CIA
El consulado de los Estados Unidos en la República Dominicana de la época mantuvo una conexión directa con los conspiradores. Según la información recogida en el archivo y otras fuentes citadas, entre ellas el periodista Norman Gall en un artículo del San Juan Star publicado el 13 de abril de 1963, la CIA proveyó armas y mantuvo contactos continuos con los líderes del complot.
Aunque en el relato contenido en el documento no se especifica, los conspiradores utilizaron sus armas personales la noche del complot, incluyendo a Antonio Imbert Barrera, quien le dio el tiro de gracia a Trujillo utilizando la pistola calibre .45 milímetro que era propiedad de su hermano Segundo Imbert Barrera.
El documento revela que a finales de 1960, se iniciaron conversaciones entre el cónsul Henry Dearborn, el jefe militar del consulado John Barfield y Luis Amiama Tió, uno de los cerebros del complot. También estuvo involucrado Antonio Imbert Barrera, exgobernador de Puerto Plata, quien luego sería declarado “Héroe Nacional”.
En ese contexto, surgió un vínculo crucial entre los conspiradores y un agente de la CIA conocido bajo el seudónimo de “Plato Cox”. Las armas comenzaron a llegar al país camufladas entre cargamentos comerciales, importadas en pequeñas piezas para evitar sospechas. El medio utilizado para la operación fue un supermercado propiedad de un ciudadano estadounidense, Lorenzo “Wimpy” Berry, radicado en Ciudad Trujillo.
Berry era dueño de un negocio ubicado en una zona acomodada donde también residía Trujillo. Fue él quien facilitó la entrada de las armas, escondidas entre productos de abarrotes. Posteriormente, estas fueron ensambladas por los conspiradores.
Berry fue arrestado brevemente tras el asesinato, pero se le permitió salir del país sin mayores consecuencias. Más adelante regresó a la capital y reabrió su supermercado, como si nada hubiese ocurrido.
Bahía de Cochinos y el atentado
Otro dato revelador del documento es que el plan para asesinar a Trujillo coincidió temporalmente con la preparación de la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, organizada por la CIA y ejecutada en abril de 1961. Tras el fracaso de esa operación, altos mandos de la agencia ordenaron aplazar el atentado contra Trujillo para evitar un segundo escándalo internacional que pudiera agravar la posición política de Estados Unidos.
Sin embargo, los conspiradores dominicanos decidieron ignorar la orden. Las armas ya estaban en sus manos y el momento era propicio. Según el documento, ni las súplicas del cónsul Dearborn ni las del oficial Barfield lograron disuadirlos. La oportunidad apareció el 30 de mayo, cuando Trujillo salió sin escolta, como solía hacerlo en ocasiones, para visitar a su amante. Era el momento que esperaban.
Apenas días después del crimen, allegados al régimen trujillista ya conocían la implicación estadounidense.
La respuesta de Estados Unidos fue inmediata: evacuaron del país al cónsul Dearborn, al militar Barfield y a Wimpy Berry. El objetivo era proteger a los agentes y contactos clave ante un posible escándalo diplomático.
¿Una historia borrada?
El documento desclasificado también ofrece una descripción del ambiente posterior al magnicidio. Tras la muerte de Trujillo, el supermercado de Wimpy Berry volvió a abrir sus puertas en la zona residencial de Ciudad Trujillo, atendido personalmente por su propietario, quien actuaba como si los eventos recientes no formaran parte de su historia personal.
La aparente normalidad con que retomó su vida en la capital contrasta con las persecuciones, torturas y ejecuciones como parte de la represión desatada contra los involucrados en los meses siguientes al magnicidio.
La colaboración de la CIA con los conspiradores contra Trujillo no era desconocida en la historia reciente dominicana, pero estos documentos vienen a confirmar versiones que se tenían desde hace años.
En los próximos días, El Día publicará nuevas entregas con detalles adicionales de este archivo desclasificado, incluyendo entrevistas con exfuncionarios de la CIA, análisis internos sobre el impacto político del atentado y las conclusiones de Washington tras el derrocamiento del régimen trujillista.
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