
Haití necesita de la intervención de una fuerza armada internacional con calidad y cantidad suficientes para erradicar a las bandas armadas que han tomado control territorial en puntos tan importantes como la capital del país, el centro administrativo en el que tiene su sede el Gobierno haitiano.
El año pasado, con la participación de policías kenianos, fue impulsado un proceso mediante el cual se esperaba que la policía local alcanzara algún grado de eficiencia notable frente a las bandas, pero esto no ha sido efectivo.
Ahora desde la ONU se impulsa la iniciativa de enviar una fuerza con la misión y las condiciones para enfrentarlas y erradicarlas.
Este anuncio ha sido saludado desde aquí y desde Puerto Príncipe por un gobierno provisional que al recibir la noticia del apoyo militar también se enteró del cese de las exenciones del Gobierno estadounidense que hacían posible la operación de empresas de zona franca que de otro modo no operarán en Haití.
Si es crucial para la existencia de Haití como Estado efectivo la ayuda militar que promete la ONU, también lo es que les sean mantenidas, y multiplicadas, fuentes de empleo como las propiciadas por las empresas establecidas a partir de exenciones que les permiten el uso de tela extranjera y el acceso libre de impuestos a Estados Unidos, Europa y Canadá.
Esto a partir del “Programa de Mejora Económica de Haití (HELP)” y “Oportunidad Hemisférica para Haití Mediante el Fomento de la Colaboración (HOPE)”, iniciativas que llegaron a su fin en septiembre.
La erradicación de las pandillas en Puerto Príncipe y el resto del territorio haitiano es una necesidad en la isla por razones de seguridad, pero Haití necesita también una vía económica que se concrete en su tierra, no con su gente huyendo hacia otros países para no morirse de hambre.
Cuando se vive una calamidad es de inteligentes el ponerle remedio a tiempo, no sea y otra empeore la condición.