Madrid.- Un poema juvenil manuscrito de Pedro Henríquez Ureña, considerado uno de los más importantes humanistas de América Latina en el siglo XX, y el libro entre cuyas páginas fue guardado, quedan custodiados desde hoy en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, como legado póstumo del intelectual dominicano.
Esta donación “in memoriam” de Henríquez Ureña (Santo Domingo, 1884- Buenos Aires, 1946) quedó guardada en la caja de seguridad número 1.531 de la cámara acorazada del instituto que difunde y preserva la lengua española en el mundo.
Tras el puñado de tierra de Aracataca, pueblo que vio nacer al premio nobel colombiano Gabriel García Márquez, depositado en febrero pasado en la Caja de las Letras, el poema de Henríquez Ureña es la segunda donación póstuma que recibe la institución.
Y al igual que en el caso de la tierra de la casa natal de García Márquez, la donación de Henríquez Ureña es “sine die”, ya que los objetos cedidos hasta ahora por más de veinte personalidades de la cultura española e hispanoamericana desde 2007 tienen una fecha concreta de apertura y, en su caso, devolución a los herederos.
El poema original manuscrito del intelectual dominicano que data de 1899, cuando el escritor, filólogo y ensayista contaba con quince años, fue encontrado dentro de un libro de versos de su madre, Salomé Ureña, prologado por su hijo en 1920 y que fue el primero de una poeta dominicana editado en Europa.
La inclusión del libro en la donación subraya los importantes vínculos culturales que unen a la República Dominicana con España, dijo a Efe el encargado de hacer la entrega, el embajador plenipotenciario dominicano en Holanda y miembro de la Academia de la Lengua de su país, el también escritor Guillermo Piña Contreras.
Para el diplomático, lo importante de este acto es que Henríquez Ureña, “que sufrió mucho en su vida intelectual, aunque nunca se quejaba”, integra a partir de hoy este selecto y reducido panteón de representantes de la cultura española y latinoamericana, lo cual habría vivido como “un reconocimiento” al fin.
Era “una persona extraordinaria”, un destacado intelectual, y sobre todo un “gran filólogo”, que tenía “alma de maestro” y “creía en la unidad de América, en su magna patria, como él decía”, rememoró Piña Contreras.
Y este 21 de octubre -añadió- se cumple 165 aniversario del nacimiento de su madre, que murió cuando él tenía trece años y, como él quería que le enterrasen junto a ella, aquí también se deposita su legado unido al libro de Salomé Ureña, quien dedicó a su hijo el último poema que escribió, “Mi Pedro».
Solo se conservan tres ejemplares de la edición que el intelectual dominicano hizo en Madrid en 1920 de “Salomé Ureña de Henríquez. Poesías”, y de ellos únicamente mantiene la integralidad de sus páginas, portada y guarda, el que entregó hoy a la Caja de los Libros la Embajada de la República Dominicana en España.
Desde mañana y hasta el 29 de noviembre podrá visitarse, además, en la sede central del Instituto Cervantes la exposición “Modernidad y contemporaneidad en el arte dominicano- Obras de la Dirección General de Aduanas”, con cuarenta pinturas y cinco esculturas firmadas por 43 artistas.
Entre ellos los españoles José Gausachs, Eugenio Fernández Granell, José Vela Zanetti y Antonio Prats Ventós. La selección de estas 45 obras ofrece una idea concreta de la evolución de las artes plásticas en la República Dominicana en el siglo XX hasta la primera década del XXI.
“Esta muestra es, además de una invitación sincera y abierta a conocer la República Dominicana y su desarrollo artístico, una exploración de los lazos históricos que nos unen y que siguen dando fruto en la estrecha relación que mantenemos con España”, destacó hoy el embajador dominicano en España, Aníbal de Castro.
Al acto de inauguración asistieron además el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha; el viceministro de Cultura de la República Dominicana, Claudio José Espinal; y el director general de Aduanas del Gobierno dominicano, Fernando Fernández.