El Juego del Calamar y la metáfora marxista del capital y el trabajo

Por: Julio Disla
La popular serie surcoreana El Juego del Calamar ha sido aclamada por su brutal retrato de las desigualdades sociales y la alienación humana bajo el capitalismo contemporáneo. Aunque no fue concebida explícitamente como una obra marxista, su estructura narrativa y simbología permiten una lectura que evoca con fuerza las categorías fundamentales del pensamiento de Carlos Marx, especialmente en lo que respecta a la contradicción entre capital y trabajo.
En esencia, El Juego del Calamar dramatiza lo que Marx describió como el carácter explotador del sistema capitalista: un juego de supervivencia en el que los trabajadores (los protagonistas de la serie) deben competir entre sí por una recompensa prometida, mientras una élite (los organizadores del juego) observa impasible desde las alturas, disfrutando de su espectáculo.
1. Trabajo alienado y competencia entre explotados
Marx escribió en los Manuscritos económico-filosóficos que el trabajo bajo el capitalismo es alienante: el obrero no se pertenece a sí mismo, su actividad es una mercancía que vende para subsistir. En El Juego del Calamar, los participantes, endeudados y desesperados, ingresan voluntariamente a un sistema despiadado donde su vida y su cuerpo se convierten en mercancía al servicio de un espectáculo.
Los juegos mortales representan una competencia salvaje entre iguales, lo que Marx habría descrito como la lucha entre obreros por sobrevivir en un mercado laboral donde todos se venden al mejor postor. No hay solidaridad, sino sálvese quien pueda. Es la ley del mercado llevada al extremo.
2. La clase dominante: los dueños del juego
Los anfitriones del juego son anónimos, poderosos y ajenos al sufrimiento de los jugadores. Observan desde las sombras, indiferentes ante las muertes y el dolor, sólo interesados en el entretenimiento y la ganancia. Esto recuerda lo que Marx explicó en El Capital: la relación entre el capitalista y el trabajador no es una relación humana, sino una relación económica deshumanizada, donde el capital domina al trabajo, no por la fuerza directa, sino por la necesidad de sobrevivir.
Marx nos decía que el capital no es una cosa, sino una relación social: el capital es trabajo acumulado que se enfrenta como poder autónomo al trabajo vivo. Los ricos de El Juego del Calamar representan esa acumulación de poder. Ellos no trabajan, no producen, simplemente controlan las reglas y disfrutan del valor que otros crean… o destruyen con su vida
3. La falsa libertad y el consentimiento del oprimido
Un detalle estremecedor de la serie es que los jugadores, luego de conocer la naturaleza mortal del juego, votan democráticamente por salir… pero después deciden volver. Este elemento es fundamental en la crítica marxista: el consentimiento de los oprimidos bajo el capitalismo no se da porque el sistema sea justo, sino porque no existen alternativas reales. El trabajador acepta vender su fuerza de trabajo porque no tiene otro medio de subsistir.
Como escribió Marx: “El obrero se ve obligado a venderse a trozos. Es una mercancía como cualquier otra”. En el juego, los participantes no tienen otra salida. Las deudas, la precariedad y la miseria los empujan de nuevo al matadero. La “libertad” que se les ofrece es la libertad de escoger entre morir lentamente en la vida cotidiana o morir rápidamente por un premio.
4. La crítica final: el juego no termina con la victoria
El ganador del juego, lejos de sentirse realizado, queda vacío, devastado. Este desenlace representa otra intuición marxista: que la realización individual bajo el capitalismo está marcada por el dolor colectivo. No hay redención en un sistema que premia la competencia individual sobre la solidaridad colectiva. Incluso quien logra “triunfar” dentro del sistema, lo hace a costa de otros.
En palabras de Marx: “La acumulación de riqueza en un polo, es, al mismo tiempo, la acumulación de miseria en el polo opuesto”.
Conclusión: del espectáculo a la conciencia de clase
El Juego del Calamar, aunque no es una obra militante, es un espejo brutal del capitalismo contemporáneo. La serie evidencia, de forma visceral, que el juego social está amañado desde el inicio, y que sólo una transformación radical –como la que Marx proponía mediante la organización del proletariado y la abolición del capital– puede romper con esta lógica mortal.
Así como los jugadores deben tomar conciencia de que su enemigo no es el otro jugador, sino los dueños del juego, también los trabajadores del mundo real deben romper con la ilusión de la competencia individual y recuperar la idea de solidaridad, organización y emancipación.
Frase destacada:
“El capital es trabajo muerto que, como un vampiro, sólo vive chupando trabajo vivo, y vive más cuanto más trabajo chupa.” — Carlos Marx,