El hombre que más admiro en el mundo

El hombre que más admiro en el mundo

El hombre que más admiro en el mundo

Claudio Caamaño Vélez

Fui invitado por el Prof. Milcíades Díaz Santil, por segunda ocasión, a su programa Mercadeando. En esta ocasión el profesor Santil me sorprendió mostrándome una foto, a la vez que me preguntó: “¿Qué ves ahí?”.

Era una foto de mi padre durante el entrenamiento guerrillero en Cuba.

Se le veía con su fusil en mano, sonriendo, con una mirada decidida. Luego de un momento observando la foto, con un hervidero de sentimientos dentro de mí, pude responder: “Veo al hombre que más admiro en todo el mundo”.

Le expliqué que no lo admiro por ser mi padre, pero el hecho de ser su hijo me ha permitido conocerlo de manera integral. Mi padre es un hombre muy modesto que no le gusta hablar de sí mismo. Pero su historia está cargada de sacrificio y amor por el pueblo dominicano.

Desde muy joven fue un decidido opositor de la dictadura de Trujillo, siendo obligado a abandonar la universidad y recluido en una finca en La Majagua, provincia de Samaná, que se le dio como cárcel por su posición en contra de la dictadura.

Más tarde participó en el Movimiento Constitucionalista, llegando a ser uno de los más destacados protagonistas de la contienda de 1965 con el cargo de Jefe de Inteligencia y Contra Inteligencia “G-2”, luego de lo cual fue enviado al exilio. Se enroló en el movimiento guerrillero de Caamaño Deñó, y por más de 3 años entrenó en Cuba, desde donde vino al país dispuesto a triunfar o morir, salvando su vida sin entregarse a los militares, desafiando él solo a toda la maquinaria militar del país, convirtiéndose en el guerrillero dominicano que más tiempo ha durado sublevado.

Nuevamente en Cuba volvió a entrenar y regresó al país en un segundo intento guerrillero; fue apresado y condenado a 30 años de cárcel, de los cuales cumplió más de 2 en una solitaria en la cárcel de La Victoria, antes de ser enviado al exilio.
Al retornar al país, en el gobierno de Antonio Guzmán, se dedicó a múltiples oficios con tal de no vender su dignidad y sacar adelante a su familia.

Mientras muchos vivían de lo que habían hecho en el pasado, vendiéndose a los núcleos de poder, mi padre trabajó como operador de grúa e incluso pintor de brocha gorda. Lo que sea con tal de no ceder en sus principios.

Balaguer intentó comprar su conciencia ofreciéndole un sinnúmero de obras multimillonarias, las cuales rechazó cortantemente.

En aquellos días, nuestra familia estaba tan mal económicamente, que mi padre llegó a abrir la alcancía de mi hermano para poder echar combustible.

Pasamos muchas vicisitudes, algunas navidades sin cena de Nochebuena, ni reyes, mas siempre se las arregló para darnos una buena educación y que no nos faltara comida.

A sus casi 75 años continúa aun consagrando su vida a luchar por un mejor país. La patria dominicana sigue siendo su mayor inspiración. Unas veces con el fusil, otras con las letras y las palabras.

Nunca ha dejado caer la bandera de la lucha por la felicidad del pueblo dominicano. Constituyendo uno de los más loables ejemplo de moral y lucha de nuestro país.

Perdónenme la inmodestia al hablar de mi padre, pero ya que él no habla de sí mismo alguien tiene que hacerlo. Ahora ya lo conocen un poco más. Claudio Caamaño Grullón, mi padre, el hombre que más admiro en todo el mundo.



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