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El hombre contra el hombre: el curso sangriento de la humanidad

Por: Julio Disla

Para contar los horrores cometidos por los seres humanos contra otros seres humanos no alcanzan interminables tomos, miles de páginas, ríos de tinta. En todas las culturas, en todos los tiempos, la historia humana se ha escrito con sangre. Desde las cavernas hasta las ciudades digitales, el curso de la humanidad ha sido —salvo honrosas excepciones— una larga y dolorosa sucesión de dominaciones, exterminios, esclavitudes y humillaciones

Una historia teñida con sangre

La humanidad ha conocido invasiones crueles y genocidios disfrazados de civilización. Las violaciones como arma de guerra, los cuerpos quemados por 400 mil toneladas de napalm sobre la selva vietnamita, los campos de concentración nazis, las bombas atómicas lanzadas sobre población civil en Hiroshima y Nagasaki, las cruzadas, las inquisiciones, la trata de esclavos, los sacrificios humanos y los actuales campos de concentración a cielo abierto en Gaza: todos son capítulos de un mismo libro de horror escrito con manos humanas.

El racismo, la explotación, la tortura y el miedo como herramientas de control se repiten en cada época bajo distintos nombres. A veces se justifican en nombre de la “civilización”, otras de la “libertad”, la “seguridad nacional” o la “democracia”. Pero detrás de esos eufemismos se oculta el mismo rostro antiguo de la dominación: el hombre contra el hombre, el fuerte aplastando al débil, el poder como privilegio y no como servicio.

La violencia como marca de especie

Nos enorgullecemos de nuestra “razón”, pero es precisamente la razón —instrumental, calculadora, fría— la que ha diseñado las cámaras de gas, los drones asesinos y las armas de destrucción masiva. Esa racionalidad técnica, desligada de toda ética, ha hecho de la inteligencia humana una maquinaria de exterminio.
Mientras los animales matan para sobrevivir, el ser humano mata por poder, por codicia, por fe o por miedo. Ninguna especie ha sido tan cruel con la suya propia como la nuestra.

Del látigo al algoritmo

El látigo del amo y las cadenas del esclavo no han desaparecido: han cambiado de forma. Hoy se expresan en el salario miserable, en la obsolescencia programada que devora el planeta, en la explotación infantil que fabrica los lujos del norte, en los matrimonios impuestos y la mutilación genital femenina, en el hambre planificada y la desinformación masiva.
La esclavitud moderna ya no necesita grilletes visibles; basta con el miedo, la deuda, el desempleo y la manipulación mediática.

Una humanidad en disputa

El curso de la historia humana ha sido, esencialmente, una lucha: el hombre contra el hombre, pero también —y ahí reside la esperanza— el hombre con el hombre. Porque junto a cada atrocidad han florecido también la rebeldía y la solidaridad.
Frente al verdugo, siempre ha surgido la víctima que se niega a morir en silencio. Frente a la opresión, la resistencia. Frente a la barbarie, el sueño de una humanidad distinta.

La historia no está cerrada. El rumbo puede cambiar. Pero para hacerlo, hay que reconocer lo que somos y lo que hemos hecho. Solo así podremos construir una humanidad que, al fin, merezca ese nombre.

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